21 de noviembre de 2024
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Con el rostro manchado de barro, desencajado, la reina Letizia se convirtió en la periodista Letizia Ortiz, capaz de buscar la realidad social y humana dentro de la tragedia. Como si de una enviada especial a la zona de combate - que así era el pueblo de Paiporta en la mañana del domingo - la periodista dejó a un lado a la reina y se adentró hasta la primera línea de la protesta social, para poder sentir, ver, comprobar los daños que se habían producido en esos miles de hogares, de comercios, de vidas rotas tras el paso de la peor de las DANAS.
| La presidenta del banco Santander, Ana Botín, y el presidente del BBVA, Carlos Torres |
La inesperada dimisión de la presidencia de CaixaBank por parte de José Ignacio Goirigolzarri, cuando podía esperar unos meses hasta que se cumpliera el periodo de cuatro años que se dió tras la absorción de Bankia por la entidad catalana, y que podían largarse otros cuatro años más, envía un mensaje claro a los otros dos presidentes que ejercen funciones ejecutivas en el banco Santander, Ana Botín, y en el BBVA, Carlos Torres, que se resisten a seguir las indicaciones del Banco Central Europeo y dejar las funciones ejecutivas en manos de los consejeros delegados. Una opción más fácil de cumplir en el BBV que en el Santander por la tradición de la familia Botín al frente de la entidad cántabra, tras tres generaciones de máxima responsabilidad y con un claro éxito, ya que en los últimos durante años ha pasado de ser la séptima entidad del sistema financiero español a la primera, tras ir sumando bancos en sub trayectoria, desde el Central Hispano al Popular pasando por Banesto.
La población mundial en este otoño de 2024 asciende a 8.200 millones de personas. De esa enorme cifra, 340 millones viven en Estados Unidos, 450 en la Unión Europea, 145 en Rusia, y 1.400 en China, cifra muy parecida a la de la India o la de Africa en su conjunto. Todos dependemos, nos guste mucho, poco o nada, de lo que ocurra dentro der pocho días en las elecciones norteamericanas. No es que vaya a cambiar de forma radical la política exterior de Estados Unidos con Donald Trump o Kamala Harris, que no lo va a hacer, pero en las diferencias que les separaron está una buena parte de lo que nos suceda al noventa por ciento de esos 8.200 millones que habitamos el planeta Tierra. Es desproporcionado el poder que tiene un sólo país, pero ese es el precio de la globalización y la existencia, hoy por hoy, de un único Imperio desde hace ochenta años.
La victoria de la llamada ultraderecha en Austria, que se suma a los éxitos de formaciones similares en Alemania y el crecimiento de las mismas en Francia, Italia o Polonia, que siguen el ejemplo de Hungría, revelan que la Europa de 2024 es más ultra que la de décadas anteriores y la razón principal es la guerra de Ucrania y la respuesta que esa misma Europa, siguiendo el liderazgo de Estados Unidos dentro de la OTAN, está dando a la invasión de Rusia de hace dos años, sin haber hecho nada mucho antes, concretamente en el comienzo de 2014, cuando Vladimir Putin decidió convertir Crimea en el primer peón de su partida de ajedrez contra Europa.
El martes, cinco de noviembre, Estados Unidos sabrá quién es el sucesor o sucesora de Joe Biden. Sea Donald Trump, con su regreso a La Casa Blanca, o la actual vicepresidenta Kamala Harris, la situación de tensión en el mundo cambiará. No se sabe si para aumentar y llevarnos a todos a ver cómo se usan armas nucleares tácticas, de alcance limitado, en suelo europeo, o a comprobar que aún queda un resquicio pequeño para que la paz llegue a Ucrania e incluso a Oriente Medio.
Ante fueron los toros y el boxeo. Siempre lo fue el futbol. Ahora tenemos las audiencias televisivas y sus protagonistas los que cumplen con su papel de “droga social” con la que entretener y adormecer a la ciudadanía. No es nuevo y se explica por la necesidad de las cadenas de conseguir mayores cotas e ingresos de publicidad mostrando a los anunciantes las ventajas de mostrar sus productos en sus programas estrellas.
Sin las redes sociales y su expansión incontrolada e incontrolable sería inútil intentar explicar la existencia de Alvise Pérez y su éxito en las pasadas elecciones europeas. Tres diputados para una formación que tomó el nombre de una frase que bien podía ser el estribillo de un perreo musical, pero no. La fiesta no se ha terminado, apenas está en sus inicios.
La esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, nos ha dejado a todos, al juez el primero, con un palmo en las narices. Iba a someterse a las preguntas del magistrado y ha optado por negarse a declarar. Podía hacerlo y con el consejo de su abogado, Antonio Camacho, lo ha hecho. Dentro de la Ley, por supuesto.
Termina la cumbre de Washington de la OTAN mientras los pacos entre Rusia, China, Iran y Corea del Norte crecen. Habrá más ramas y más destrucción. Más dolor y más imágenes de la barbarie. Los dirigentes políticos por un lado. Y los ciudadanos por otro. Mensajes y noticias verdaderos y falsos, cada vez menos comprensibles, pero igualmente dañinos. Así pasen otros miles de años, que parece que nada cambia y todo está escrito.
Primero fue el presidente del Senado, después la presidenta del Congreso. Ambos obedecían las órdenes de sus dos jefes, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez. Uno y otra se declararon la guerra institucional desde el primer momento. Si Pedro Rollán cambió el Reglamento del Senado para acosar al Gobierno y retrasar todo lo posible las iniciativas legislativas que salieran del Consejo de Ministros, desde la amnistía a los Presupuestos Generales del Estado; la presidenta del Congreso ha aprovechado la puerta de atrás de la Ley de Paridad para tener manos libres en el aumento del gasto público. De trampa legal a trampa legal y que decidan los tribunales, que ese va a ser, de nuevo el camino.
Hoy, 19 de junio , se cumplen los diez años de llegada al trono de Felipe VI. De había anunciado unos días antes y se formalizaba y así aparecía ante los españoles con un gran abrazo entre Juan Carlos I y su hijo. La Institución por encima de los afectos familiares. Siempre había sido así y así se mantenía bajo la mirada de la persona que más ha hacho por la estabilidad dinástica, la Reina Sofía, capaz de aguantar y asumir el difícil e ingrato papel de consorte.
Demasiadas derrotas sucesivas, demasiadas voluntades defraudadas, demasiadas venganzas personales, demasiadas restas bajo el pomposo e inútil nombre de Sumar han obligado a Yolanda Díaz a dejar su cargo de coordinadora de la coalición de pequeños partidos de la eterna y dividida izquierda que tuvo su origen en el PCE que regresó a la vida política española de la mano de Santiago Carrillo, primero, y Julio Anguita después, ya como Izquierda Unida. Nunca un nombre estuvo más en contradicción con su esencia interna. Yolanda, siempre vestida de blanco, tanto para anunciar sus intenciones de llegar a ser la primera presidenta de España como para anunciar su huída del cargo orgánico interno, pero, eso sí, sin renunciar a su puesto gubernamental de vicepresidenta.
El presidente francés no ha esperado a los resultados oficiales. Al primer sondeo de las urnas se ha rendido y ha anunciado que disuelve el parlamento y convoca elecciones para el próximo 30 de junio, en primera vuelta, y para el 7 de julio, en segunda si fuese necesaria. La debacle de su formación ha sido rotunda. La sociedad francesa le ha dado la espalda, harta de sus continuos cambios en política exterior y su repetida defensa de entregar más armas a Ucrania hasta que Zelensky venza a los rusos.
Pasa el tiempo y los errores que cometió el entonces presidente de la Generalitat, Artur Más sigue persiguiendo a los actuales dirigentes del nacionalismo catalán, tanto a Puigdemont como a Junqueras y al resto de políticos que intentaron seguir el sendero que había marcado el hombre que había sucedido a Jordi Pujol al frente del Gobierno autonómico.
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