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    20 de abril de 2025

Tur Torres

El once de marzo de 2020 el Gobierno de Pedro Sánchez decretaba el confinamiento en sus domicilios de 45 millones de españoles como el único medio eficaz para contener la pandemia que se extendió por el mundo desde enero de ese mismo año. Cien días más tarde se levantó la prohibición y ciento ochenta días más tarde comenzaron las vacunaciones con la técnica de ARN mensajero que habían desarrollado los investigadores Kariko y Weissman, a los que se les daría el premio Nobel tres años más tarde. Durante esos largos tres meses en todas las casas entraron como invitados obligatorios, desde las pantallas de las televisiones, el ministro de Sanidad y hoy presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y el Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, el epidemiólogo Fernando Simón. Dos rostros que nos iban dando la información machacona sobre la gravedad de la situación y la necesidad del aislamiento. Las vacunas y las mascarillas llegaron más tarde. Ahí siguen sin que nadie, hasta ahora, haya podido afirmar con total certeza el origen del coronavirus.
Entre marzo y mayo de 2021 Pablo Iglesias dejó la vicepresidencia segunda del Gobierno presidido por Pedro Sánchez y la dirección de Podemos. Dos de sus grandes errores como político. En esos dos puestos dejó a Yolanda Díaz como heredera. Debió pensar que la entonces ministra de Trabajo, ex dirigente de la Izquierda gallega y militante del PCE era la persona indicada para mantener a la entonces Unidas Podemos como tercera fuerza política a nivel nacional. Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad no debió leer a los clásicos: el poder no se comparte y cada vez que ha existido un Triunvirato, uno de sus miembros ha matado a los otros dos. Yolanda Díaz no quiso que Ione Belarra e Irene Montero le fiscalizaran su futuro. Acabó con las dos y creó Sumar, primero un nombre, luego una coalición de partidos y formaciones de distinta envergadura y territorialidad, para intentar convertirlo en un único partido. Ella, la hoy vicepresidenta, también fracasó.

En apenas unas horas las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos sufrían un golpe financiero brutal y otro golpe mercantil. Un ingeniero chino de 40 años, Liang Wenfeng anunciaba el lunes la llegada al mercado de DeepSeek, la Inteligencia Artificial gratuita capaz de hacer frente y de superar en algunos aspectos a lo que ofrece Chat GPT y Nvidia. Está última, liderada por Jen-Hsun Huang, perdía en bolsa 600.000 millones de dólares. Menos, pero también perdían, Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zukenberg y Larry Ellison. Entre los cinco más de un billón de euros de fortuna. Era la respuesta de Xi Jianping a Donald Trump tras su llegada a La Casa Blanca y su catarata de decretos y amenazas con aranceles a las importaciones de Estados Unidos
El día 20 de enero Donald Trump será oficialmente el nuevo presidente de Estados Unidos y comenzará una nueva etapa para el mundo. Las declaraciones previas son muchas y algunas llegarán a convertirse en realidades y otras no. Terminar con la guerra de Ucrania a través de un proceso de paz pactado con Rusia. Trump tiene claro que su interlocutor es Putin y no Von der Leyen, ni Macron, ni ningún otro dirigente de la Unión Europea. Terminar el conflicto en Palestina a través de un acuerdo con el Israel de Netanyahu. Poner sanciones y restricciones al comercio0 internacional, sobre todo en lo referente a China. Mirar más hacia el Pacífico que hacia el Atlántico y mucho más al interior de USA. Ya ha dicho lo que quiere hacer y con quién lo quiere hacer. Habrá que ver si puede y le dejan.
La molestia en el zapato de Núñez Feijóo es evidente. El presidente de la Generalitat es un estorbo para la estrategia del jefe de la oposición. Carlos Mazón lleva cien días equivocándose y no rectifica. No estuvo dónde se le necesitaba, no reaccionó a tiempo, contó mentiras y las sigue manteniendo, escogió a un teniente general con una carrera militar impecable para que le sirviera de escudo ante su evidente ineficacia en la urgente reactivación de las medidas de ayuda a los miles de damnificados, eleva los sueltos de todo el Gobierno y se marcha de excursión al campo mientras quiere seguir aprobando planes urbanísticos en zonas inundables. Todo un record de ineptitud mientras decenas de miles de valencianos se manifiestan exigiendo su dimisión. Y no van a parar, han perdido todo y tan sólo les quedan sus voces.

Con el rostro manchado de barro, desencajado, la reina Letizia se convirtió en la periodista Letizia Ortiz, capaz de buscar la realidad social y humana dentro de la tragedia. Como si de una enviada especial a la zona de combate - que así era el pueblo de Paiporta en la mañana del domingo - la periodista dejó a un lado a la reina y se adentró hasta la primera línea de la protesta social, para poder sentir, ver, comprobar los daños que se habían producido en esos miles de hogares, de comercios, de vidas rotas tras el paso de la peor de las DANAS.
La presidenta del banco Santander, Ana Botín, y el presidente del BBVA, Carlos Torres
La presidenta del banco Santander, Ana Botín, y el presidente del BBVA, Carlos Torres

Goirigolzarri envía un mensaje del BCE a Botín y Torres

La inesperada dimisión de la presidencia de CaixaBank por parte de José Ignacio Goirigolzarri, cuando podía esperar unos meses hasta que se cumpliera el periodo de cuatro años que se dió tras la absorción de Bankia por la entidad catalana, y que podían largarse otros cuatro años más, envía un mensaje claro a los otros dos presidentes que ejercen funciones ejecutivas en el banco Santander, Ana Botín, y en el BBVA, Carlos Torres, que se resisten a seguir las indicaciones del Banco Central Europeo y dejar las funciones ejecutivas en manos de los consejeros delegados. Una opción más fácil de cumplir en el BBV que en el Santander por la tradición de la familia Botín al frente de la entidad cántabra, tras tres generaciones de máxima responsabilidad y con un claro éxito, ya que en los últimos durante años ha pasado de ser la séptima entidad del sistema financiero español a la primera, tras ir sumando bancos en sub trayectoria, desde el Central Hispano al Popular pasando por Banesto.

La población mundial en este otoño de 2024 asciende a 8.200 millones de personas. De esa enorme cifra, 340 millones viven en Estados Unidos, 450 en la Unión Europea, 145 en Rusia, y 1.400 en China, cifra muy parecida a la de la India o la de Africa en su conjunto. Todos dependemos, nos guste mucho, poco o nada, de lo que ocurra dentro der pocho días en las elecciones norteamericanas. No es que vaya a cambiar de forma radical la política exterior de Estados Unidos con Donald Trump o Kamala Harris, que no lo va a hacer, pero en las diferencias que les separaron está una buena parte de lo que nos suceda al noventa por ciento de esos 8.200 millones que habitamos el planeta Tierra. Es desproporcionado el poder que tiene un sólo país, pero ese es el precio de la globalización y la existencia, hoy por hoy, de un único Imperio desde hace ochenta años.

La victoria de la llamada ultraderecha en Austria, que se suma a los éxitos de formaciones similares en Alemania y el crecimiento de las mismas en Francia, Italia o Polonia, que siguen el ejemplo de Hungría, revelan que la Europa de 2024 es más ultra que la de décadas anteriores y la razón principal es la guerra de Ucrania y la respuesta que esa misma Europa, siguiendo el liderazgo de Estados Unidos dentro de la OTAN, está dando a la invasión de Rusia de hace dos años, sin haber hecho nada mucho antes, concretamente en el comienzo de 2014, cuando Vladimir Putin decidió convertir Crimea en el primer peón de su partida de ajedrez contra Europa.

El martes, cinco de noviembre, Estados Unidos sabrá quién es el sucesor o sucesora de Joe Biden. Sea Donald Trump, con su regreso a La Casa Blanca, o la actual vicepresidenta Kamala Harris, la situación de tensión en el mundo cambiará. No se sabe si para aumentar y llevarnos a todos a ver cómo se usan armas nucleares tácticas, de alcance limitado, en suelo europeo, o a comprobar que aún queda un resquicio pequeño para que la paz llegue a Ucrania e incluso a Oriente Medio.
Ante fueron los toros y el boxeo. Siempre lo fue el futbol. Ahora tenemos las audiencias televisivas y sus protagonistas los que cumplen con su papel de “droga social” con la que entretener y adormecer a la ciudadanía. No es nuevo y se explica por la necesidad de las cadenas de conseguir mayores cotas e ingresos de publicidad mostrando a los anunciantes las ventajas de mostrar sus productos en sus programas estrellas.
Sin las redes sociales y su expansión incontrolada e incontrolable sería inútil intentar explicar la existencia de Alvise Pérez y su éxito en las pasadas elecciones europeas. Tres diputados para una formación que tomó el nombre de una frase que bien podía ser el estribillo de un perreo musical, pero no. La fiesta no se ha terminado, apenas está en sus inicios.
La esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, nos ha dejado a todos, al juez el primero, con un palmo en las narices. Iba a someterse a las preguntas del magistrado y ha optado por negarse a declarar. Podía hacerlo y con el consejo de su abogado, Antonio Camacho, lo ha hecho. Dentro de la Ley, por supuesto.

Termina la cumbre de Washington de la OTAN mientras los pacos entre Rusia, China, Iran y Corea del Norte crecen. Habrá más ramas y más destrucción. Más dolor y más imágenes de la barbarie. Los dirigentes políticos por un lado. Y los ciudadanos por otro. Mensajes y noticias verdaderos y falsos, cada vez menos comprensibles, pero igualmente dañinos. Así pasen otros miles de años, que parece que nada cambia y todo está escrito.

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