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    21 de noviembre de 2024

RAUL HERAS

La primera de las grandes batallas que sostienen los dos grandes partidos, sólo o en compañía, la ha ganado Sánchez con el primer paso legal de la Ley de amnistía. Quedan muchas más hasta el hipotético julio de 2027 en el que se terminará la Legislatura. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, sin balas, sin tanques, sin destrucción de ciudades, están representando el conflicto de Ucrania en versión española. Ninguno de los dos busca La Paz o, al menos, una tregua de Estado ante los problemas que debe afrontar este país en competencia con el resto de Europa. No quieren prisioneros, sólo víctimas.
Cinco socialistas reunidos a comer en Toledo para hablar de sus cosas y de su partido no debería ocupar titulares nacionales como si de una conspiración se tratara, pero lo ha hecho. El presidente de Castilla La Mancha y tres de sus colaboradores más cercanos se han sentado en uno de sus restaurantes históricos de la antigua ciudad imperial con Felipe González. Es el ex presidente del Gobierno de España y ex Secretario General del PSOE el que coloca la comida en el terreno de los pronunciamientos internos del partido. La comida se convierte en una declaración contra Pedro Sánchez, sin que exista declaración alguna. Es un mensaje entre dos generaciones de socialistas en contra del poder al que eligieron hace siete años.

Al igual que le pasaba a Superman con la “kriptonita”, pequeños restos de su lejano planeta verde que le vio nacer, a Pedro Sánchez le ocurre con la “koldonita”, un fragmento del gran planeta político que era el PSOE y que cada día se fragmenta más tras la implosión tardía, pero presentida, de todo lo que ocurrió dentro de la “Galaxia Covid “ con miles de millones de euros, dólares, yuanes, rublos, dinares y libras recorriendo un aterrado planeta Tierra ante la primera gran pandemia del siglo XXI, de la que aún no sabemos ni su origen, ni su final, pero que tiene un primer responsable, escondido entre la enorme burocracia que existe en los organismos internacionales, en este caso la Organización Mundial de la Salud.

Estaban preparados para la gran guerra desde hace meses. Esa destrucción que hace imposible la Democracia. Las elecciones andaluzas, primero, y las autonómicas, municipales y generales, más tarde, se convirtieron en la señal de salida
Si trasladamos la prueba de resistencia más dura del mundo a la política española nos vamos a encontrar con un único participante en la salida, con una única meta: conseguir en los próximos tres años sobrevivir como presidente del Gobierno y como Secretario General del PSOE. A Pedro Sánchez, en su papel de “Ultraman” no le bastará con aplicar palabra a palabra su “Manual de Resistencia”, en sí mismo. tendrá que cortar unas cuantas cabezas en el trayecto y soportar la cada vez mayor mochila cargada de piedras que le va a ir colocando a sus espaldas la oposición de Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Nada de concesiones por ningún lado.
Sin salida, el diputado Ábalos, el exministro Ábalos, el compañero en las horas difíciles del presidente del Gobierno tras su primera caída como líder del PSOE, no tiene más remedio que decir adiós a la política y renunciar a su escaño en el Congreso de los Diputados.
La ambición de Yolanda Díaz le hizo querer ir más deprisa y más en solitario de lo que la coalición que era Sumar requería. La vicepresidenta segunda y heredera de Pablo Iglesias, ofreció una plataforma electoral a todos los grupos y formaciones que existen a la izquierda del PSOE. Se trataba de llevar a cabo una CEDA de la izquierda, una Confederación. Española de las Izquierdas Autónomas, a imitación de lo que lograra José María Gil Robles durante la II República para la conquista del poder desde la derecha. El fracaso en Galicia ha terminado con la ambición y con el liderazgo.

Miedos fuera para el Partido Popular, para Alberto Núñez Feijóo y para Alfonso Rueda en Galicia. Quinta mayoría absoluta con más votos que en 2020 y casi los mismos escaños. Aún falta por contabilizar el voto exterior, que también ha aumentado de forma muy notable y le puede dar al PP otro escaño más. La dividida izquierda sigue de derrota en derrota y se ha vuelto más nacionalista y menos socialista. Han perdido José Ramón Gómez Besteiro y Marta Lois, pero quien han perdido de verdad son Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, y con ellos el actual Gobierno.
Es muy difícil que el Partido Popular pierda las elecciones del próximo domingo en Galicia pero es posible que pierda el Gobierno de la Xunta. Lo que ya es seguro es que los socialistas gallegos seguirán como tercera fuerza y que no tendrían más opción que apoyar al Bloque Nacionalista Galego si se diera la circunstancia de que entre las dos formaciones llegaran a sumar 38 escaños en el Parlamento. Galicia se ha convertido en la tercera base sobre la ya se asienta la España Federal.


La presidenta de la Comunidad madrileña es de nuevo la baza electoral que va a utilizar el Partido Popular para ganar unas elecciones, las gallegas, ante el avance de la izquierda, por un lado, y la posibilidad de que por la derecha, Vox consiga un escaño que podría convertirse en decisivo para llegar a la mayoría absoluta y que Alfonso Rueda siga gobernando la Xunta desde el palacete De Santiago de Compostela.

Hoy, sábado 10 de febrero de 2024 los agricultores, ganaderos y transportistas convocados desde las redes sociales por dos valencianos y un gallego intentarán someter a la sede central del PSOE a un cerco basado en tractores y camiones de todo tipo. El movimiento copiado de Francia y otros países europeos lo inició desde Tik Tok, Whatsapp y Telegram la sanitaria e hija de agricultores, Lola Guzman, militante de Vox hasta hace un año y presente en casi todas las manifestaciones que se sucedieron frente a la sede socialista de la calle Ferraz. Junto a ella, su abogado y asesor Xaime da Pena Gutiérrez, con despacho en A Coruña, heredado de su padre, especialista en Derecho mercantil y la persona que pagó con 40.000 la enorme lona en defensa de la empresa Desokupa en el centro de Madrid.
Si la candidata del Bloque Nacionalista Galego, Ana Pontón, consigue arrebatar al Partido Popular el Gobierno de la Xunta, con la imprescindible ayuda del PSG, se lo deberá en primer lugar al líder sindical Paulo Carril Vázquezque, dirige como Secretario General la Confederación Intersindical Galega desde el 28 de mayo de 2017 durante la celebración de su VII Congreso. Es la auténtica fuerza social del nacionalismo gallego, con más militantes y más representación en todos los sectores industriales que la Comisiones Obreras del vasco Unai Sordo y la UGT del asturiano Pepe Alvarez.
El 13 de febrero será el último día en el que se puedan publicar encuestas en los medios de comunicación sobre las elecciones gallegas. Siempre se podrán publicar en algún medio andorrrano y recoger los resultados como una crónica de opinión. Y, desde luego, seguirán haciéndose en privado para uso de los partidos políticos, tanto para el que ahora detenta el poder, el PP de Alfonso Rueda, como para las cuatro formaciones de izquierda que desean quitárselo, ya se llamen BNG, PSG, Sumar o Podemos.

Si los resultados de las elecciones generales del pasado mes de julio en Galicia se repiten el Partido Popular ganará con comodidad el próximo 18 de febrero y Alfonso Rueda seguirá de presidente de la Xunta. Si en lugar de la participación que hubo en los comicios para elegir parlamentarios en el Congreso se repitiera la abstención que hubo en 2020 para las elecciones al Parlamento gallego todo podría cambiar. Esto último es la esperanza que tienen Ana Pontón desde el BNG y José Ramón Gómez Besteiro desde el PSG. La participación es crucial, al igual ue lo serán los votos de los 300.000 gallegos que viven en el extranjero.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, se hizo ayer en el Congreso un “Mariano Rajoy” para no tener que soportar la derrota de la Ley de amnistía. Dejó el escaño, se marchó y dejó como máxima responsable del Ejecutivo a la vicepresidenta María Jesús Montero, que afortunadamente para su jefe no lleva bolsa al Hemiciclo. Los culpables del monumental “cabreo” del presidente no fueron 180 parlamentarios, tal y como sucedió en 2018, fueron tan sólo los siete que representan a Carles Puigdemont, el espectro independentista que lleva ocho años zumbando, cual “mosca cojonera”, en los oídos de toda España.

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