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    21 de noviembre de 2024

RAUL HERAS

Sin hacerse oficial los resultados de las elecciones europeas del 9 de junio Emmanuel Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas. La arrolladora victoria del Frente Nacional de Marine Le Pen, con un joven de 28 años, Jordan Bardella, como cabeza de lista le convenció de que no tenía más remedio que intentar volver a compartir el poder con los socialistas de Jean Luc Melenchón, miembro selecto de la masonería francesa.. comprobó que inevitable, la abultada derrota de su partido no tenía más solución que mirar hacia atrás y llamar al que fuera su jefe, François Hollande, que regresa para presentarse el próximo día 30 de junio en busca de un escaño en la Asamblea.

Los que se extrañen de lo que está pasando en Cataluña con la pretensión de Carles Puigdemont de volver a la presidencia de la Generalitat por encima del ganador de las elecciones, y las dudas internas de la Esquerra Republicana entre el pactista Junqueras y la intransigente Borrás, es que se olvidan que esa carrera - en la que también están sus homónimos vascos - comenzó desde el primer minuto de la aprobación de la Constitución de 1978, nacida para durar cien años y que se ha ido pervirtiendo y deteriorando durante estos 46 años de existencia. A la fábula de la libere y la tortuga hay que incorporar al gato, la mejor expresión hope del poder judicial frente a los otros dos poderes. A la amnistié ya la tiene entre sus afilados colmillos.
El huido expresidente de la Generalitat les debe su primera victoria tras las elecciones europeas y catalanas a los presidentes del Partido Popular y de Vox. Josep Rull ya es el presidente del Parlament gracias a la abstención de los quince diputados que encabeza Alejandro Fernández y a los once que dirige Ignacio Garriga. Desde Madrid, sus jefes han puesto por delante de sus reiteradas declaraciones contra el independentismo el deseo de acabar políticamente con Pedro Sánchez. A toda costa y cueste lo que cueste.
Sin centro político en España, el PP de Alberto Núñez Feijóo logra que a sus trece diputados europeos de 2019 se sumen los ocho que logró Ciudadanos. La desaparición del partido que fundó Albert Rivera le ha venido muy bien a la derecha. Presumirá con razón el político gallego de su nueva victoria frente a Pedro Sánchez, pero la victoria contundente que esperaba no se ha producido. Apenas un punto y medio de diferencia en el porcentaje total de votos entre los resultados de julio pasado en los comicios generales, y los de este domingo. Ambos líderes se mostrarán contentos y mantendrán sus posiciones.

Nunca fueron amigas y apenas se toleraban tanto en Podemos como en el Gobierno. A Irene Montero le oscurecía la presencia de su particular Pigmalión político y compañero de vida, Pablo Iglesias; a su adversaria, a Yolanda Díaz le quisieron controlar Alberto Garzón y Enrique Santiago. Les devoró a los dos de la misma forma que lo hacen las anacondas: primero les asfixian lentamente y luego los engullen. Tardan en digerir a sus presas, pero éstas no tienen salvación desde que los anillos del poderoso ofidio se van cerrando, en este caso sobre las ambiciones políticas de Alberto y Enrique.
Si las ocho formaciones políticas que otorgaron su voto a Pedro Sánchez el 16 de noviembre de 2023 para que se convirtiera en presidente del Gobierno no lo hubieran hecho hoy no estaríamos como estamos. Esos 1. 329. 334 votos que lograron en las urnas el PSOE, Sumar, ERC, Junts, Bildu, PNV, BNG y CC, traducidos en 179 escaños en el Congreso permitieron que el candidato socialista continuara en el palacio de La Moncloa. Tardaron 146 días en negociar los apoyos, los que van del 23 de julio a ese jueves 16 de noviembre, casi cuatro meses en los que las calles de España se llenaron de manifestaciones convocadas por el PP y Vox en contra de la amnistía, con Alberto Núñez Feijóo reclamando que debía ser él quien ocupara la presidencia del Gobierno o que, al menos, se repitieran las elecciones.
A la Ley de Amnistía le espera un largo recorrido judicial, primero en España y luego en Europa. Ese “cielo” por el que suspiran Carles Puigdemont y todos los condenados o perseguidos por el Proceso soberanista que se inició en diciembre de 2012 y tuvo su epicentro en el “ Referendum” de 2017 pueden consolarse viendo “ El cielo puede esperar” la película de 1978 codirigida por Warren Beatty, con su “error divino”· y el cambio de cuerpo para poder regresar a la Tierra. De la tragedia a la comedia apenas hay un paso. Mientras la Ley recorre el camino de las “togas y las puñetas” la esposa del presidente del Gobierno, muy en contra de la voluntad de ambos, ya se ha convertido en un referente eterno cuando del poder político en España se hable y se estudie en los siguientes cien años.
Cinco días y comprobaremos que todo sigue igual en la vida política española. Ni Pedro Sánchez, ni Alberto Núñez Feijóo van a olvidarse de la guerra, ni van a buscar La Paz, ni van a rendirse, ni dejar su papel a otros. Los dos van a seguir en el liderazgo de sus partidos, uno en el Gobierno y otro en la oposición. Sánchez reafirmando su deseo de terminar la Legislatura y Feijóo pidiendo una y otra vez que se repitan las elecciones generales. Los otros, desde Santiago Abascal a Carles Puigdemont se mantendrán en la primera fila esperando su oportunidad para recitar el mismo papel que les ha tocado en este drama. Los españoles seguiremos preocupados por el paro, la educación la sanidad, las pensiones, la emigración descontrolada, por la vivienda….y por los grandes fichajes del futbol, por esos doscientos millones largos que le va a costar a Florentino Pérez la llegada de Kilian Mbappé al Real Madrid.

Si la amnistía negociada y aprobada busca cerrar las heridas producidas en Cataluña por los partidos independentistas, en otro intento histórico de querer aprovechar las debilidades de un Gobierno para romper la unidad de España, el mayor de los pecados constitucionales que contempla la Carta Magna, con beneficios políticos, económicos y sociales para sus protagonistas, el Rey Felipe VI, junto a los principales dirigentes de los partidos políticos, deben plantear que es jurídicamente un disparate y políticamente un error mantener a Juan Carlos I en el exilio, por más dorado y confortable que sea. La “generosidad” política, de ser verdad en su fondo, tiene en el padre del Rey la mejor de las pruebas.
Conseguido el primer objetivo de los pactos de investidura y pese a la clara victoria del PSC en las elecciones catalanas, los dos lideres del independentismo, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, han decidido que el siguiente paso es unir sus fuerzas, y las de la CUP, para avanzar en un nuevo “abrazo del oso” sobre Pedro Sánchez. Con la Ley de amnistía aprobada y conocedores que aún le queda un largo trámite judicial,, tanto en España como en Europa, quieren plantear el reparto del poder en el Parlament y en todos aquellos organismos que dependan de la Generalitat, incluidos a los que llegan hasta el mundo económico y financiero, para terminar con nueva fecha para un nuevo Referéndum sobre la independencia, éste acordado y pactado con el Gobierno español.
Lo hace una y otra vez y sus rivales no aprenden. El presidente del Gobierno es un fiel seguidor de las ideas que Pedro Almodóvar plasmó en “ Mujeres al borde de un ataque de nervios” en el aparentemente lejano 1988, con las mujeres convertidas en protagonistas de una gran comedia de enredo, en la que las amantes capitaneadas por un gran Carmen Maura, terminan siendo las vencedoras en su particular lucha contra los inestables y hasta timoratos hombres que las enamoran. A menos de trece días para que se abran de nuevo las urnas electorales, esas que llevarán al Parlamento de Estrasburgo a 61 compatriotas que no saben muy bien qué van a hacer, ni con quién les dirán que tienen que pactar Pedro Sánchez ha recibido a Volodomir Zelensky, le ha dado mil millones de euros en armas - que serán de fabricación española con lo que los dineros se quedarán en España - y le ha asegurado que será su amigo hasta conseguir que Rusia de Vladimir Putin, abandone todo lo que ha conquistado en Ucrania y se rinda en una mesa de paz.


En la larga lucha que se inició tras las elecciones de julio del año pasado tanto Alberto Núñez Feijóo como Pedro Sánchez saben que más importante que los escaños que conseguirán el PP y el PSOE en el Parlamento de Estrasburgo son las consecuencias que tendrán en la política nacional. Ninguno habla de lo que España quiere hacer y representar en Europa. Es una guerra de desgaste que sólo terminará cuando haya nuevas elecciones generales. Feijóo tiene prisa y Sánchez no se cansa de repetir que agotará la Legislatura pase lo que pase. Cada uno de los dos busca los aliados coyunturales que mejor les viene pero, rotas las antiguas líneas rojas, no parece que vaya a ver paz para los vencidos.

Un auténtico festín, una “ grande bouffe” política, una comilona preparada a conciencia y servida por un “maitre” tan eficaz como Pablo Motos en su restaurante televisivo es la que se dió el expresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE, Felipe González, en la noche de este jueves. Una hora de máxima audiencia en la que descalificó desde el principio y con una copia de la Constitución en la mano con la otra jugaba con sus gafas o se mesaba su blanca melena), al actual presidente socialista y al anterior presidente socialista. Pedro Sánchez recibió el mayor de los ataques que le podían hacer desde su partido, pero aún más duras fueron las descalificaciones hacia Rodríguez Zapatero y su herencia maldita cuando perdió el poder.

Unas memorias cargadas de emoción y una ausencia del Senado al que pertenece tras haber perdió el poder en Aragón ha servido para que Javier Lambán haya reunido en Madrid al núcleo del socialismo que quiere, desea y busca que Pedro Sánchez deje la presidencia del Gobierno y la Secretaria General del PSOE. El actual lider socialista ya cruzó su Rubicón particular cuando regreso al primer puesto tras su abandono y su particular victoria en la Galia de las Federaciones socialistas en cada una de las provincias españolas. Tanto Felipe González como Alfonso Guerra y Emiliano García Page creen que el inquilino de La Moncloa puede destruir la “República interior del PSOE” y conducir a España hacia el desastre. Sus razones y sus comportamientos cada vez se parecen más a los que ocurrieron hace 23 siglos.
El presidente argentino se siente a gusto en el cuerpo a cuerpo. Lo demostró durante su campaña electoral y lo viene demostrando desde que ocupa la Casa Rosada. En menos escala, a Santiago Abascal le ocurre lo mismo.La diferencia está en el territorio y en la posición electoral de cada uno. Javier Milei ganó con mayoría absoluta en su país tras las malísimas experiencias que tenían los argentinos con la corrupción de sus gobiernos, tanto de la derecha conservadora como de la izquierda socialdemócrata.

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