www.cronicamadrid.com
    21 de noviembre de 2024

RAUL HERAS

Imagen del Consejo General del Poder Judicial
Imagen del Consejo General del Poder Judicial

La exigencia judicial que lleva once años en el olvido político

Asistimos de nuevo a un proceso de desgaste institucional y de enfrentamiento entre el mundo judicial y el mundo político que parece no tener fin. Echar la vista atrás, a lo que sucedía en el inicio del año 2013, con un Partido Popular de Mariano Rajoy poderoso y un Partido Socialista de muy debilitado. Sin la presencia de las formaciones que surgirían después como Podemos y Vox. Sin los “chantajes” hacia el poder central por parte de las minorías catalanas y vascas, el Poder Judicial en su conjunto, al margen de simpatías o antipatías ideológicas, reclamaba a los políticos más medios humanos y legales para hacer frente a la corrupción.
Gritó toda España en la noche del domingo, en las casas , en las plazas, en los bares. La selección nacional de futbol acababa de ganar a Inglaterra en Berlín la final de la Eurocopa. El Rey Felipe se levantó gritando de su asiento mientras que su primo dinástico, Guillermo, el Príncipe de Gales, se resignaba a lo inevitable. Era el minuto 86 del partido y salvo un nuevo milagro, como los que le habían permitido a la selección de los “Tres leones” llegar a la final , la ansiada copa viajaría a España. Estuvo a punto de producirse ese milagro y la cabeza de Del Olmo evitó un empate que hubiera llevado a los 22 jugadores a la incierta prórroga.

Eran inevitables. Las rupturas políticas dentro de la izquierda global y de la derecha global, esas que abarcan desde el PSOE al anarquismo verde y desde el PP a la defensa radical de la identidad cristiana de Europa, estaban en el calendario electoral. Surgieron de los pactos “familiares” para conseguir y repartirse el poder, tanto del Estado como de las Autonomías y Ayuntamientos, y llevaban en su interior la lucha por la supervivencia. Pedro Sánchez se “casó” con Pablo Iglesias, primero, y con Yolanda Díaz, después, siempre en ese matrimonio de interés en el que participan primos nacionalistas y nietos de las muy variadas revoluciones del siglo XX. Alberto Núñez Feijóo lo hizo con Santiago Abascal. El líder del PP con tenía otra “pareja” a la que recurrir.
Hablemos de Francia: el auténtico vencedor de las elecciones es Macron. Salva a su partido. Utiliza a la izquierda. Impide que gane la derecha dura. Obliga a votar a los abstencionistas. Y consigue que la inmigración de doble nacionalidad vote contra el miedo.
Jeff Bezos, fundador, presidente ejecutivo y exdirector ejecutivo de Amazon
Jeff Bezos, fundador, presidente ejecutivo y exdirector ejecutivo de Amazon

La nube secreta de Amazón y la investidura de Illa con el Rey Felipe como dique en España

Habrá investidura de Salvador Illa en un mes o se repetirán elecciones en Cataluña. A ninguno de los partidos les interesa. Ni a los nacionalistas, ni a los españolistas, ni a los grandes, ni a los pequeños, digan lo que digan sus dirigentes. El candidato del PSOE y exministro es la menos mala de las soluciones al eterno enredo catalán. Un problema que apenas es un pequeño obstáculo en un mundo que este mes de julio - y hasta noviembre - va a vivir cambios al frente de los gobiernos de Gran Bretaña y de Francia; que va a ver cómo los 32 países que integran la OTAN se reúnen en Washington para aprobar más envíos de armas a Ucrania y Gaza; y que terminarán en noviembre con la elecciones norteamericanas.
El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo y el presidente del Tribunal Constitucional primero fueron fiscales y luego jueces. Manuel Marchena es diez años más joven que Cándido Conde-Pumpido pero tendrá que dejar su puesto en el próximo septiembre mientras que su “adversario” tiene otros dos años por delante al frente del máximo órgano judicial encargado de velar por el cumplimiento de la Constitución. Uno y otro se han ganado su fama jurídica por méritos propios y su fama social por el empeño de los dos grandes partidos, que intentan utilizarlos en la lucha política interpretando cada una de sus decisiones de la forma que mejor encaja a sus intereses electorales.
Dentro de una semana toda Europa sabrá si el presidente de Francia tendrá como primer ministro a un joven de 28 años, ganador por mayoría absoluta de las elecciones legislativas tras la segunda vuelta como representante del antiguo Frente Nacional de Marine Le Pen; o a un maduro representante del Nuevo Frente Popular a través de una suma de escaños que les permita dejar con la “miel en los labios” a los que consideran la ultraderecha más populista de toda Europa. Emmanuel Macron no quiere a ninguno de los dos pero prefiere un pacto con Jean-Luc Melenchón, profesor y periodista que conoce las “obligaciones mutuas” de los pactos en el poder, antes que a Jordan Bardella, al que considera alumno aventajado y sin estudios de la hija de Jean-Marie Le Pen. Nada será igual en Francia y en Europa. Tampoco en España.
Nada que envidiar en España y Europa a los debates electorales que han comenzado en Estados Unidos de cara a la cita con las urnas en el mes de noviembre, y a las Convenciones de julio y agosto del Partido Republicano y del Partido Demócrata. Con un formato diferente y en la cadena CNN, los dos candidatos ofrecieron lo mejor y lo peor de sí mismos, con un resultado aceptado por todos los medios de comunicación y todos los analistas norteamericanos: Trump ganó con comodidad pese a sus clamorosas mentiras por la tambaleante actuación y las “ausencias” de Biden. La imagen venció a las palabras.
En cinco días la apuesta de Emmanuel Macron para permanecer en el Eliseo hasta 2027 y tener un primer ministro con el que gobernar, al menos, por ese mismo periodo de tiempo, tendrá un resultado. Su partido será el que menos diputados tenga, dentro de los 577 que forman la Asamblea francesa, tantos como circunscripciones conforman la trama electoral legislativa de nuestros vecinos. Muchos de ellos conseguirán su escaño a la primera y otros tendrán que esperar al siete de julio. Lo seguro es que entre la unida izquierda y la suavizada derecha, el presidente de la República tendrá que elegir a su Primer ministro , y que esa elección repercutirá en toda Europa y, por supuesto en España.
El rey Felipe VI junto al presidente de la República de Estonia, Alar Karis
El rey Felipe VI junto al presidente de la República de Estonia, Alar Karis

El pulso de Felipe VI con Sánchez en su incómodo viaje a los tres países bálticos

Si a primeros de abril El Rey y su primer ministro acordaron y pactaron la gira que Felipe VI realizaría a Lituania, Letonia y Estonia para visitar a las tropas españolas que están estacionadas en las tres Repúblicas dentro del despliegue militar de la OTAN, y dos meses más tarde la gira se convierte en visita oficial pero sin la presencia obligada del ministro de Asuntos Exteriores o la ministra de Defensa, la única explicación posible es que desde el palacio de La Zarzuela se ha lanzado un órdago al palacio de La Moncloa.

Existe, se ve y se comprueba en las reacciones que tienen el Gobierno y la gran mayoría de dirigentes del PSOE. El “síndrome Ayuso” les afecta al sistema nervioso. Todo lo que hace y dice la presidenta de la Comunidad de Madrid consigue una respuesta inmediata, ya sea por parte de la vicepresidenta primera, la portavoz ministeriial o por esa máquina creadora de imágenes colectivas que es el ministro de Transportes. Isabel Díaz Ayuso es un fenómeno político que sólo se explica por el tiempo de deconstrucción de la Democracia en la que vivimos y las nuevas formas de comunicación que existen entre las nuevas generaciones de votantes. Es la más transversal de todos los dirigentes. Incluso cuando se equivoca, que no son pocas las veces, no recibe ningún castigo por parte de los votantes. Su actual mayoría absoluta lo confirma. Habilidad, atrevimiento, insolencia, agresividad. Todo encaje en el puzzle que se ha construido.
Cada día tiene su afán y sus titulares en los medios de comunicación, siempre por delante de las realidades ocultas de la vida política, financiera y judicial de esta España en la que los mismos nombres y apellidos se suceden convertidos en temibles, veloces e inacabables drones que atacan las posiciones del enemigo. Begoña Gómez, José Luís Abalos, Koldo García, Victor de Aldama y Javier Hidalgo no están solos en los titulares, ya que cada día se une un nuevo “fichaje” periodístico, ya sea desde la Comunidad valenciana con Mónica Oltra o desde la andaluza con Magdalena Alvarez. El palacio de La Moncloa convertido en un acosado Jarkov en el que resiste Pedro Sánchez dispuesto a no dejarse intimidar por los acuerdos que firman los gobiernos de la Europa democrática. El daño colateral está en el recinto de La Zarzuela y se llama Felipe VI.
Todo suena a viejo en Cataluña y le importa muy poco a los millones de españoles que no viven en esa Autonomía. Suenan a viejo los discursos de los líderes de los partidos independentistas, suenan a viejo las claras intenciones de culpar a los rivales de los fallos de cada uno, suenan a viejo las peticiones de más dinero, más atribuciones, más derechos, más ventajas para Cataluña en base a una historia que, aseguran sus dirigentes nacionalistas desde Junts a la Cup, que hunde sus raíces en Wilfredo el Belloso, allá por finales del siglo VIII. A Cataluña, en estos últimos años democráticos se le ha permitido seguir jugando con ventaja respecto al resto de España, incluido el País Vasco y Navarra. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, máximos exponentes del desacertado hoy al que se enfrenta ese territorio, han trasladado sus problemas personales a sus partidos y quieren resolverlos a costa de convertirlos en los problemas de todos. Egoísmo disfrazado de historia.

Sin permiso de Pedro Sánchez los once parlamentarios del PSOE navarro encabezados por Bernardo Ciriza y Maria Chivite no habría firmado la propuesta parlamentaria de Geroa Bai y Bildu de acabar con la Monarquía en España. Hay que ver esa actuación en el marco de la celebración de la llegada a la jefatura del Estado de Felipe VI. La puesta en cuestión de la Monarquía me ha hecho recordar a uno de los exiliados españoles en México, Ovidio Salcedo, al que conocí hace 30 años en la capital azteca y hombre fundamental en el socialismo español hasta la llegada de Felipe González. Fiel a Indalecio Prieto y poseedor de sus escritos y memorias, me dio a leer, justo cuando la editorial Planeta lo publicaba en España, el texto de la conferencia del que fuera presidente del PSOE y varias veces ministro durante la II República. Palabras y razones para acabar con la Monarquía de Alfonso XIII. Vino a España varias veces con el regreso de la Democracia y sus opiniones sobre la institución monárquica y su utilidad para el futuro de nuestro país había cambiado.
0,296875