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    21 de noviembre de 2024

RAUL HERAS

Terminada la primera fase de la batalla politica en Cataluña, con Salvador Illa sentado al frente de la Generalitat y Carlos Puigdemont refugiado de nuevo en Waterloo, no se me ocurre mejor forma de entender todo lo ocurrido que recurrir a la vieja sabiduría popular que existe y sobrevive lejos de los ruídos de las dos grandes capitales de esta España, tan convulsa por los ataques epilépticos que parecen sentir muchos de los dirigentes politicos, como por la certeza de que los cambios. que ya se han producido y los que van a llegar con el otoño, están siendo difíciles de asimilar por ese poder que se creía eterno.

Los dirigentes del Partido Popular se siguen equivocando en su estrategia política contra Pedro Sánchez. Errores sucesivos que terminan llevando a la mitad de los españoles que votan al desencanto y la abulia, por más oportunas encuestas electorales que les pongan delante de los ojos. No hay cita con las urnas en el horizonte, y hacer y publicar sondeos de opinión, y hasta atribución de escaños, es un ejercicio de autocomplacencia que en nada ayuda en la toma de decisiones.

Ahora me veis, ahora no me veis, así se rodó la mala imitación de la fuga de Puigdemont

Le dieron media hora para aparecer, recorrer unos metros rodeado por los más fieles de los suyos, echar un pequeño discurso de hola y adiós, gritar Visca Catalunya Lliure y salir corriendo del escenario para desaparecer de nuevo camino del autoexilio. Carles Puigdemont ya sabe que ha perdido frente al Estado, pese a que algunos poderes del Estado no sepan o no quieran saber y reconocer esa derrota. Todo lo que ocurra a partir de la mañana del 8 de agosto de 2024 en Cataluña y en España será otra historia.

El socialista que ganó las elecciones catalanas, Salvador Illa, logró ayer que cien jóvenes de ERC aceptaran el acuerdo de sus mayores y permitieran a su representante en el Parlament, Mar Besses, votar a favor de la investidura. Una pequeña comedia de enredo que se sumaba a las “amenazas” de regreso de Carles Puigdemont y la desesperación de Junts, que ve cómo su estrategia de impedir a toda costa la elección, para llevar de nuevo a Cataluña a una repetición electoral, fracasa.

Sánchez y Feijóo tienen que lograr desprenderse de Sumar y de Vox

Mantienen su hoja de ruta por encima de sus diferencias coyunturales y sus enfrentamientos personales. Les interesa volver al principio y eso es lo que les exigen desde la distancia de Bruselas y Washington, sus “amigos” de la derecha y la izquierda. El PSOE, con Sánchez o sin Sánchez, debe desprenderse de la molestia que tiene a su izquierda; y el PP, con Feijóo o sin Feijóo, de la molestia que tiene a su derecha.

El mayor escapista de todos los tiempos no murió ahogado durante uno de sus trucos. Murió en el hospital por una peritonitis. Creía en la existencia de lo paranormal y en los espíritus. Para confirmarlo, pactó con su mujer un código secreto de diez palabras para que, si a través de un medio le decían que habían contactado con él tras su muerte, esas diez palabras confirmarían si era verdad o una estafa. Bess, que además de su mujer había sido su ayudante en los espectáculos, esperó durante diez años con una vela encendida junto a un retrato de Houdini mientras diversos médiums invocaban su espíritu. Ninguno lo consiguió, el código secreto no tuvo que ser utilizado y Bess apagó la vela de un soplido.

Si una imagen vale más que mil palabras, la fotografia de Eduardo Parra para Europa Press resume mejor que todas las declaraciones de los revueltos dirigentes del PSOE la situación que ha generado el pacto con ERC. El presidente del Gobierno mira con ironía a una cabizbaja y desalentada vicepresidenta y ministra de Hacienda mientras caminan al frente del resto del Gabinete. A Pedro Sánchez se le ve seguro, sin que aparentemente le importen las críticas que le están haciendo sus barones territoriales. A María Jesus Montero, por el contrario, la contracción, la mueca amarga de los labios le evita que las palabras que saldrían de su boca le golpearan a su jefe como un buen puñetazo en el rostro.
Sólo el interés personal y la falta de un auténtico proyecto para el futuro de España explican las posturas de socialistas como Emiliano García Page o Felipe González (que abrió la primera de las brechas para la reforma constitucional) ante los pactos de Pedro Sánchez con Pere Aragonés de cara a la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Es tan oportunista e interesado como lo han sido todos los pactos desde hace 40 años. Se busca el desgaste del adversario por encima de cualquier otra consideración.
Lunes 29 de julio de 2024, el juez Juan Carlos Peinado, ya convertido de forma política y oficial en el mayor enermigo del presidente del Gobierno, del Gobierno, del PSOE más oficial y hasta de los socios que le votaron en la investidura y le mantienen en el poder, volverá a tomar declaración a los ahora imputados, el empresario y alma del master en la Universidad Complutense, Juan Carlos Barrabés ( ésta tendrá que esperar dada su situación médica ) y al rector de la misma, Joaquín Goyache. Y como testigos, por ahora, el vicerector Juan. Arcos Doadrio, el Ejecutivo del grupo Barrabés, Luís Miguel Ciprés, el instructor de esquí, Felix Jordán de Urries y el presidente del Instituto de Empresa y marqués, Diego del Alcazar. Puede que salgan como entraron y sigan como testigos o que alguno cambie su situación procesal por la de investigado.
Antonio Camacho, abogado de Begoña Gómez
Antonio Camacho, abogado de Begoña Gómez

Perder todas las batallas jurídicas para ganar la guerra

El abogado de Begoña Gómez lleva perdidas hasta ahora todas las batallas juridicas que ha planteado al juez Juan Carlos Peinado. En ese largo camino procesal en el que se ha metido o le han metido a la esposa del presidente del Gobierno, el instructor nunca retrocede. Paso a paso no deja escrito sin contestar, ni argumento de la defensa sin rebatir. Es Incansable. El martes se presentará en el palacio de La Moncloa para preguntarle a Pedro Sánchez, como testigo, sobre su mujer, sobre las visitas del empresario Juan Carlos Barrabes y sobre todo lo que a su entender merezca la pena.
El Rey Felipe VI (c) posa durante el acto de juramento o promesa de los nuevos vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en el Palacio de la Zarzuela
El Rey Felipe VI (c) posa durante el acto de juramento o promesa de los nuevos vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en el Palacio de la Zarzuela

El único pacto de Estado entre PSOE y PP llega con cinco años de retraso

Por fín, con cinco años y medio de retraso llega el único acuerdo o pacto de Estado entre el PSOE y el PP, la renovación del Consejo General del Poder Judicial, el máximo órgano del gobierno de los jueces y que encierra gran parte de los problemas que se han sucedido a lo largo de ese periodo entre la Judicatura y el Gobierno de Pedro Sánchez. Habrá en unos días nuevo CGPJ, con nuevo presidente y nueva presidencia también en el Tribunal Supremo. El acuerdo político no elimina, ni disminuye la guerra total entre Pedro Sánchez y su equipo y Alberto Núñez Feijóo y el suyo.
El juez Peinado es tan resistente como el presidente Sánchez. Cada uno tiene su propio Manual de supervivencia y sus propios métodos para llevarlo adelante. Hasta ahora el magistrado va ganando por más vueltas y declaraciones que efectúen los ministros y dirigentes del PSOE, que no son todos y cada vez aparecen menos. Ese es otro de los problemas que tiene que resolver el líder de los socialistas y que le colocan en una situación de desventaja respecto al juez, que camina en solitario.

El presidente del Partido Popular y lider de la oposición, vencedor en las urnas en las últimas elecciones generales y con un muy notable poder en las Autonomias y grandes Ayuntamientos, está obligado a presentar una moción de censura contra el presidente del,Gobierno. Si Alberto Núñez Feijóo no lo hiciera perdería una ocasión de oro para retratar a Pedro Sánchez. Puede que la pierda por las unión de todos los grupos que respaldaron la investidura del líder del PSOE pero ganará credibilidad en la sociedad española.

Ya lo sabía. Era imposible seguir en La Casa Blanca y menos aún ser el candidato demócrata. Ganó las primarias de su partido pero tras el debate televisivo frente a Trump su propia familia y sus íntimos le hicieron comprender que su larga carrera de cinco décadas dedicado a la política se había terminado. Tocaba negociar la salida de la forma más honrosa posible y con menos riesgos en el futuro. Para él y para su hijo. Eso explica su insistencia en seguir. El anuncio de su adiós es el certificado de su último éxito. Tranquilidad familiar al completo.
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