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    21 de noviembre de 2024

RAUL HERAS

En toda guerra todas las armas que se pueden utilizar, se utilizan. Basta con mirar lo que sucede en Ucrania y Gaza para comprobarlo. Allí la muerte física y la destrucción de pueblos enteros se justifica por las posiciones políticas que se aseguran irrenunciables por parte de los contendientes. En España, la guerra política entre el Gobierno de Pedro Sánchez y el PP de Alberto Núñez Feijóo se extiende y utiliza cada ”nueva arma” que llegue a las manos de los adversarios. Por citar las tres más importantes: el acuerdo fiscal con Cataluña, la emigración masiva que colapsa los servicios en Canarias y se extiende por el resto de las autonomías, y ahora la posición política sobre Venezuela y las últimas elecciones celebradas en ese país.

El adelanto de la gran cita del socialismo es otro de los movimientos de control que el líder del PSOE ha efectuado siempre que a visto en peligro su poder interno. Ahora repite la estrategia que realizó en octubre de 2016, dimitiendo de su cargo, abandonando su escaño y dispuesto a regresar tras recorrer todas las Federaciones socialistas, siempre acompañado de José Luís Abalos, Koldo García y Santos Cerdán, para defender su postura de negarse a facilitar la investidura del entonces presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, que había ganado las elecciones generales.
Acababa de ganar las elecciones gallegas por mayoría absoluta. Alberto Núñez Feijóo estaba feliz en 2012. Su carrera política parecía imparable, pero recluido en su tierra. Su paisano y amigo, Mariano Rajoy, por fín, había conquistado un año antes el palacio de La Moncloa y había colocado a su izquierda y a su derecha a las dos mujeres que iban a ayudarle a ejercer el poder dentro y fuera del partido, María Dolores Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Qué podía ir mal?, nada. Se equivocaron. Cospedal, como secretaria general del PP, destituyó a Luís Barcenas como tesorero y ya nada sería igual para la historia del partido que había fundado y refundado otro gallego, Manuel Fraga, el jefe que envió a Rajoy a Madrid para que hiciera “carrera política” a la sombra de José María Aznar, el único no gallego de la tragedia
Nueva  presidenta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Isabel Perelló
Nueva presidenta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Isabel Perelló

Sánchez y Feijóo logran pactos de Estado al margen de la pelea entre los partidos

Escenificando la dura guerra entre los dos partidos, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo han logrado avanzar en lo importante a nivel del Estado. Los dos líderes nunca serán amigos y combatirán, junto a sus equipos, por conquistar y mantener el poder, pero al menos han logrado que haya una presidenta al frente del Consejo General del Poder Judicial y a la cabeza del Tribunal Supremo, Isabel Perelló; que el ministro y expresidente de la AIReF, José Luís Escrivá, se convierta en el Gobernador del Banco de Españas y que ambos puedan afrontar con éxito las turbulencias internas de sus propios partidos. Más necesita el socialista que el popular pero convencidos ambos que en las guerras a muerte, más pronto que tarde, mueren los dos contendientes.
La capacidad de comunicación de la presidenta de la Comunidad de Madrid es muy superior a la de cualquiera de sus compañeros en la cúpula del Partido Popular, desde el propio presidente al último de los que integran la dirección central , ya sea en el Congreso y el Senado o en los despachos de la sede en la madrileña calle Génova. De cara a la convocatoria de Alberto Núñez Feijóo hacia sus barones y baronesas territoriales, Isabel Díaz Ayuso lo ha vuelto a hacer. En su larga entrevista con un medio tan amigo como es “La Razón” ha desgranado una por una todas las claves de la guerra que el líder del PP quiere desatar contra Pedro Sánchez en este inicio del nuevo curso político, desde la emigración al concierto fiscal con Cataluña, desde los sumarios abiertos por posibles delitos de corrupción a la dubitativa política internacional sobre Gaza, Ucrania y Venezuela. Está todo y no hay más.
Sánchez necesita cambiar el Gobierno con urgencia y lo sabe pero no puede
El presidente del Gobierno está acorralado. Esa situación es innegable. Pedro Sánchez acaba de regresar del viaje a Mauritania, Gambia y Senegal, para intentar contener la emigración irregular y vuelve con pequeños acuerdos económicos y promesas imposibles de cumplir por parte de los tres gobiernos del Africa subsahariana. Seguirán llegando pateras, seguirán llegando jóvenes sin formación y Pedro Sánchez verá que las críticas a su gestión van desde la otra izquierda que hasta en su Gabinete a la amplia derecha que espera con ánsia su fracaso.

El “idilio” socialista con Venezuela lo inició Gonzalez hace 40 años con Gustavo Cisneros

Lo mejor que podía hacer José Luís Rodríguez Zapatero en Venezuela era seguir los pasos de su antecesor en la Secretaría General del PSOE y en la presidencia del Gobierno. También como miembro destacado de la Internacional Socialista, uno de los mayores lobbies económicos desde hace 70 años tras su fundación en Fráncfort en 1951 y cuya presidencia ostenta en este agosto de 2024 Pedro Sánchez. El cargo ejecutivo más importante, que permite entender la estrategia que la IS ha seguido desde la presidencia del alemán Willy Brandt, es el de Secretario General, que ostentó durante 23 años el chileno Luís Ayala. Han cambiado los presidentes, pero él se mantuvo dentro del aparato para mantener la conexión de los múltiples tentáculos con la cabeza del cefalópodo.

El presidente del Gobierno ya sabe, al igual que lo sabe todo el PSOE y sus distintos líderes regionales, que el Partido Popular, con Alberto Núñez Feijóo al frente, no va a descansar en sus ataques y en todos los frentes posibles, desde los casos judiciales más personales o partidistas, hasta los grandes temas que agobian a la Europa de estos días, que son tres: el resultado de las elecciones americanas del próximo noviembre, que se harán notar en las relaciones financieras, mercantiles y militares; la necesaria conferencia de paz que ponga fin al conflicto armado en Ucrania, que no a ningún acuerdo que santifique la parte ganada por Rusia en el Donbás y que le permita unirse por tierra con la “reconquistada Crimea”; y la obligada respuesta europea a la incesante llegada de migrantes a sus costas, especialmente, para nuestra desgracia, a las españolas.

La gran ofensiva del Partido Popular contra el Gobierno de Pedro Sánchez ya tiene fecha: comenzará el próximo seis de septiembre y terminará cuando el actual presidente del Gobierno se rinda y abandone o se alargará hasta las próximas elecciones generales, que de cumplirse la Legislatura serán a mediados de 2027. Sin treguas, sin conversaciones de paz. Se trata de vencer para llegar a La Moncloa lo antes posible.

Ya hemos llegado al bolsillo. Sobran las ideologías, la historia de nuestra actual democracia y las acusaciones contra el Gobierno por haber avanzando en los acuerdos fiscales con Cataluña. Todos los presidentes autonómicos quieren lo mismo, desde Isabel Díaz Ayuso a Emiliano García Page. Quieren manejar su propia hucha y pactar con el Gobierno central, ya sea el actual o los que vengan, la parte proporcional que les toca para cubrir las necesidades comunes del Estado. Es dinero, esa capacidad de decidir sobre sus ingresos y sus gastos. Así de fácil por más vuektas que les quiera dar María Jesus Montero y todos aquellos que aún defienden la centralidad como la única forma de tener un estado fuerte.
Todas las guerras políticas de hoy se explican en la historia de Esperanza Aguirre
Aparece y desaparece como los ojos del rio Guadiana. Cuando no se la ve,se la intuye. Era y es un ejemplar político de difícil encaje en la estructura de cualquier partido. Se define liberal pero es de derechas sin adjetivos. Antes lanzaba sus diatribas desde el Congreso, el Senado o la Asamblea madrileña. Ahora lo hace desde su condición de contertulia en programas de televisión. Era y es Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, los apellidos son muy importantes, que al igual que hacen Mariano Rajoy y José María Aznar desea que le reconozcan sus méritos y le perdonen sus deméritos.
Las consecuencias por las revelaciones hechas por el Wall Street Journal y seguidas por la televisión alemana y Die Zelt van a cambiar la actual situación en Ucrania, con su ofensiva sobre territorio ruso, e incluso la situación dentro de la Unión Europea y de la OTAN, sobre todo entre Alemania y Polonia y sus respectivos gobiernos. También en los comportamientos de Suecia, Dinamarca y Noruega. La voladura el 26 de septiembre de 2022 del Nord Stream 2 y el Nord Stream 1, con apenas 17 horas de diferencia, tuvo un gran perdedor, la Unión Europea con su crisis energética; otro perdedor de menos intensidad, la Alemania del canciller socialdemócrata Olaf Scholz, que llevaba menos de un año en el poder tras sustituir a Angela Merkel, y un doble o rtriple perdedor, la Rusia de Vladimir Putin, que había corido con todos los gastos de las instalaciones, que vió como sus ingresos por la venta de gas a Europa caían en picado y que, además, era aciusada de haberse saboteado a sí misma.
Sin las redes sociales y su expansión incontrolada e incontrolable sería inútil intentar explicar la existencia de Alvise Pérez y su éxito en las pasadas elecciones europeas. Tres diputados para una formación que tomó el nombre de una frase que bien podía ser el estribillo de un perreo musical, pero no. La fiesta no se ha terminado, apenas está en sus inicios. Jolgorio para unos y pesadilla para otros. Su última ocurrencia: subastar en las redes su sueldo como parlamentario europeo y desafiar a Irene Montero a que haga lo mismo.

Sin las redes sociales y su expansión incontrolada e incontrolable sería inútil intentar explicar la existencia de Alvise Pérez y su éxito en las pasadas elecciones europeas. Tres diputados para una formación que tomó el nombre de una frase que bien podía ser el estribillo de un perreo musical, pero no. La fiesta no se ha terminado, apenas está en sus inicios. Jolgorio para unos y pesadilla para otros. Su última ocurrencia: subastar en las redes su sueldo como parlamentario europeo y desafiar a Irene Montero a que haga lo mismo.

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