21 de abril de 2025
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Me ha llegado, de fuente creo que fidedigna y vía e-mail, una "lista de políticos imputados por corrupción y que, a pesar de todo, están presentes en la política". Son ciento veintisiete (127) nombres. Los hay de casi todos los partidos -más del PP y del PSOE; lógico por cuestión estadística--, de todos los puntos de la geografía nacional.
Sin duda, es la hora de los elogios dirigidos a Esperanza Aguirre: ha sabido dejarlo en buen momento y, en las despedidas, ya no caben demasiadas reconvenciones. He discrepado de muchas de las cosas que ha hecho y dicho 'la lideresa', y he estado de acuerdo en otras, provocadoras, que han removido cimientos políticos que parecían consolidados porque sí, sin mayores justificaciones. Qué duda cabe de que la herencia que deja tras sí es, no sé si por completo positiva, pero sí atractiva. Ocurre, sin embargo, que, en su manera de marcharse, pienso que Aguirre ha cometido al menos un error: ungir a su sucesor, en lugar de poner en marcha algún mecanismo más abierto para la sucesión.
Que el otoño va a ser caliente, por mucho que eso a nadie le interese, resulta patente. Ni el efecto desmovilizador del verano, ni la sinceridad patética de un Rajoy reconociendo que no tiene más remedio que aplicar unas medidas de dureza que a él no le gustan, ni el tono mesurado y hasta colaborador del líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, van a poder evitarlo: el mes de septiembre va a llegar cargado de movilizaciones, protestas en la calle y quién sabe si hasta con la convocatoria, públicamente sugerida por los sindicatos, de una huelga general.
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