01/06/2010.- Cuando escribo este comentario, aún ignoro en qué pararán las conversaciones para llegar a un pacto laboral. Pero todo indica que el pesado fardo va a recaer sobre los hombros atribulados del Gobierno, que ahora, paradójico pero cierto, tiene que apoyarse más en la tambaleante patronal que en unos sindicatos cuyos líderes no quieren, me parece, andar amenazando con la huelga general, pero a los que no les quedará otro remedio que convocarla, a este paso.
Al final, será el Gobierno, que en su conjunto parece cada día más un boxeador sonado, quien tendrá que producir otro ‘decretazo’, que, por supuesto, le costará caro, entre otras razones porque no está sabiendo hacer bien las cosas desde hace bastante tiempo...además, claro, de que las fuerzas sociales no colaboran precisamente. Lo peor es que nos saldrá caro también a los demás, si UGT y CC.OO, hostigadas por presiones diversas, llevan adelante su amenaza de huelga general.
Que, ya digo, me parece que sería lo peor que podría pasarnos ahora a los españoles, que estamos siendo observados con lupa por cancillerías extranjeras e inversores de todo el mundo; el menor signo de inestabilidad nos aproximaría a las temidas y temibles imágenes de Grecia. Pero como las desgracias, que son muchas, nunca vienen solas, nos vemos enfrentados a una protesta que ya no sé si va contra el Gobierno incompetente, contra la patronal sin fuerza moral o contra los mismos sindicatos poco representativos, pero que son ladrillos que van a caer sobre las cabezas de los ciudadanos, de todos nosotros.
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