Es cierto que los argentinos son muy buenos en esto del once contra once, pero tienen un seleccionador nacional que desde que “regresó a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina y, por esas ventas del fino Laína, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína”, no hace nada más que decir y hacer chorradas.
La penúltima, la más reciente, es que “si gana el mundial se pondrá en bolas y saldrá a recorrer el obelisco de Buenos Aires”, y eso, les juro que es un espectáculo que no se merece la humanidad.
¡Maradona en pelotas en todos los telediarios del mundo! ¿Se lo imaginan? Yo sí, y me he apresurado a escribir esta columna.
Si la gente, supuestamente seria se apuntase a esta moda y cundiese el ejemplo, podríamos ver a la Merkel desnuda por la Puerta de Brandenburgo si Grecia, España, Portugal e Irlanda reducen el déficit, a Rajoy en pelota picada por la Cibeles si consigue que ZP dimita, a Pilar Bardem por la plaza de Neptuno de la misma guisa si a Garzón no lo condenan o a María Teresa Fernández de la Vega en cueros en los alrededores de la Moncloa si a Francisco Camps lo empuran.
¡Demasiada desconsideración con los ciudadanos en un momento como el actual!
Y aunque no hay derecho, todo es posible. Por esa razón habría que prohibir exhibiciones de este tipo a falta de ideas mejores para festejar alegrías, aunque entiendo que a ninguno de ellos se les ocurra.
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