Rafael Simancas es uno de ellos. Aunque hay otros, como Elviro Aranda, del que otro día hablaré. De momento, vamos con Simancas. Desde su atalaya de la Cámara baja, el ex secretario regional madrileño no pierde ripio de las turbulencias que vuelven a convulsionar la federación que él lideró durante siete años y que se vio forzado a abandonar al perder por segunda vez las elecciones después de acariciar el sueño de convertirse en presidente de la CAM. Zapatero, entonces, quiso recompensarle y le sacó del Senado y de la Asamblea de Madrid – donde ya no pintaba nada- para colocarle como número diez de su lista al Congreso, junto a Juan Barranco, en detrimento del histórico Pepe Acosta, que se quedó fuera agarrándose un cabreo de los que hacen época.
Desde entonces, Simancas no ha dejado de controlar todo lo que hace o dice su sucesor en el cargo, Tomás Gómez, enfrentado al vicesecretario general del PSOE, José Blanco.
Los tomasistas no dudan de que Simancas, con la complicidad del vicesecretario socialista, hace la ‘cama’ a Gómez. Ambos, -insisten,- son los que preparan la estrategia para colocar otro cabeza de lista y situar a sus peones en la candidatura autonómica y municipal para controlar al líder madrileño, maniobras que han hecho saltar al inquilino del Palacio de la Prensa.
Algo de razón no les falta. Las buenas relaciones de Simancas con el ministro de Fomento, su antiguo avalista, son patentes. Un dato: hace ahora justo un año, coincidiendo con el nombramiento del gallego en esta importante cartera, el ex líder madrileño dejó la portavocía de la Comisión de Cultura del Congreso para ocupar la de Fomento, un cargo del que desplazó al diputado por Cádiz, Salvador de la Encina, a su vez estrecho colaborador de la que fuera la antecesora de Blanco en el ministerio, Magdalena Álvarez. ¿Recuerdan lo bien que la puso Blanco?
La actividad parlamentaria de Simancas en estos dos años de legislatura no le coloca ni muchos menos entre los diputados más trabajadores, pero tampoco entre los que no dan un palo al agua, que los hay, desde luego. Simancas suma 27 preguntas orales en pleno o en Comisión – algunas dirigidas al ministro Blanco para su ‘lucimiento’-, y otras 31 por escrito (todas referidas a su primer cargo como portavoz de Cultura).
Rafa – como le llaman sus compañeros de partido- no es un hombre de muchas palabras. Parece estar ensimismado en su mundo. Se le suele ver deambulando solo por la Cámara baja, o en la cafetería de la planta tercera compartiendo de vez en cuando un café con Barranco, pese a que el ex alcalde fue uno de los que apoyó a Gómez sin tapujos. Pero los dos estrecharon lazos en el Senado, en donde Barranco ya pensaba que iba a estar confinado de por vida.
Pero hay un síntoma que delata la añoranza de Simancas por el pasado. Su blog. Nada más abrirlo se puede ver una gran foto de un mitin de cuando dirigía el PSM y aspiraba a presidente de la CAM. En la foto Zapatero está mirándole, sonriente, mientras él levante el pulgar, victorioso. Gratos recuerdos que el ex dirigente del PSM no olvida.
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