El “vía crucis” electoral de IU

06/05/2010.- Algo parecido a predicar en el desierto es lo que le sucede a IU con su reclamación de reforma de la Ley electoral. Ni los Gobiernos del PSOE ni del PP han movido un dedo para dar acuse de recibo a la petición de la coalición de Cayo Lara de modificar el actual modelo de reparto de votos, el mismo que ha abocado de manera inmisericorde a esta formación a ser la gran pagana de los últimos comicios.

Sometida, quizá ahora de manera más visible, al ninguneo de los dos grandes partidos políticos, IU ha visto como se reducía su peso político y su representación en aras de unos partidos nacionalistas que, con menos votos que la coalición, se han convertido en el fiel de la balanza del Gobierno de turno, sea éste del PP o del PSOE, pese a las leoninas contraprestaciones que conlleva su apoyo.

El particular “vía crucis” electoral de Izquierda Unida alcanzaba su punto más álgido en las pasadas generales del 2008, en las que vio reducida su presencia en el Palacio de los leones a un único diputado (el otro escaño es de su socio de ICV, Iniciativa per Cataluña Verds), pese a obtener cerca de un millón de votos y ser la tercera formación política con más respaldo en las unas.

La famosa ley D´Hont es la soga que asfixia políticamente a IU, al primar la representación de los partidos que concentran el voto en un ámbito territorial determinado frente a aquellas formaciones que, aunque superándolos en número de electores, tienen un voto más disperso. Buen ejemplo de ello son los 10 escaños de los que disfruta CiU en la Carrera de San Jerónimo, con un respaldo tan somero como el de 774.317 votantes, aunque, eso sí, fuera la fuerza más votada en Cataluña.

No es de extrañar ante esta realidad que la coalición, poniendo pie en pared, hiciera desde el inicio de esta legislatura “causas bellis” contra el sistema D´Hont y que clame por una reforma que garantice un reparto más justo y proporcional de los votos.

Demanda a la que el PSOE, y más concretamente José Luis Rodríguez Zapatero, dio acuse de recibo, enseñado a IU la apetitosa zanahoria de una subcomisión en el Congreso de los diputados para debatir sobre los términos de la modificación de la tan traída y llevada Ley electoral.

El palo en las espaldas de la coalición ha llegado cuando, después de mucho marear la perdiz y bajo la batuta de Alfonso Guerra, la subcomisión de marras ha tumbado todas las propuestas de Izquierda Unida, rechazadas en inusual coincidencia, ¿habrá que hablar de pacto de Estado?, por PSOE, PP y los partidos nacionalistas.

Todos, sin excepción, dispuestos a que nada cambie, a pesar de los gestos que se hagan de cara a la galería, para poder seguir disfrutando de sus particulares corralitos. Si ello supone la desaparición del arco parlamentario de una formación respaldada por un millón de votos, mejor que mejor, más espacio político para repartir.

Visto lo visto, IU anuncia una campaña a favor de la reforma electoral, pero se antoja difícil que en este caso David pueda vencer al Goliat del bipartidismo.



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