Claro que los ‘prohombres del Ibex’ son los principales interesados en esta recuperación y en que las críticas de los gurús de la economía mundial, incluyendo los grandes diarios financieros, no sigan contribuyendo al desplome de los valores en las bolsas y a la desconfianza de inversores y consumidores. El papel de la patronal, tan inestable ahora en su presidencia, el de los principales empresarios y de los grandes banqueros resulta ahora, en este sentido, fundamental: se han lanzado a apoyar las medidas del Gobierno no sé si tanto porque creen en la bondad de estas recetas cuanto porque piensan que el equipo de Zapatero, obviamente tocado, necesita sostenes, no vaya a ser que se desmorone y con él el prestigio de España en los mercados internacionales.
Pienso que la iniciativa del presidente del Gobierno de convocar a patronal y sindicatos en torno a su plan de reforma laboral es acertada, pero, claro está, muy tardía: eso tendría que haberse hecho antes del Consejo de Ministros de este viernes, no después. Ojalá que el evidente patriotismo que han mostrado siempre los sindicatos de clase -a los que absurdamente se critica por no mostrarse más combativos en unos tiempos en los que lo que se llamó la ‘movilización obrera’ sería tan contraproducente- se mantenga. Esperemos que Toxo y Méndez sepan desoír cantos de sirena que pretenden desgastar la situación para desgastar, a su vez, a un Gobierno que ya no admite mucho más desgaste.
Me parece que, en este envite, y para hacer buenas las optimistas expectativas de empresarios y banqueros, todos tendremos que dejarnos algunas plumas en la gatera: los primeros, esos ‘prohombres del Ibex’ que echan una mano -creo que muy justificadamente, estando las cosas como están- al Gobierno: tendrán, supongo, que saber ellos mismos de sacrificios. Después, el propio Gobierno, claro está; pero ya vemos que de dar pasos decisivos, como esa mano tendida a la oposición que tantos reclaman, nada (y lo mismo vale decir para el principal partido de la oposición, que ya se escalando el montículo de La Moncloa sobre las ruinas gubernamentales).
Es decir, que las fuerzas sociales puede que se adapten a estos malos tiempos, pero me temo que no ocurre lo mismo con las fuerzas políticas. Y me parece que, además de las organizaciones sindicales y patronales, todos nosotros tendremos que asumir que los próximos meses serán de sudor y lágrimas, sabiendo que el retorno a los espléndidos tiempos que vivimos hasta 2008 va a ser muy costoso. Y confiemos en que todo quede en eso: en apenas unos meses de sudor y de lágrimas.