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Dos ministros para el cambio

Los dos ministros eran –y son todavía- la “esperanza” del cambio en el modelo en económico español. Si a Miguel Sebastián le tocaba en Industria demostrar que los avances españoles en energía renovables se podían consolidar después de ser la envidia de Obama, a Cristina Garmendia, en Ciencia e Innovación, le correspondía poner en el mercado las investigaciones universitarias en materia de biotecnología y otros proyectos científicos. La crisis económica les ha pillado a los dos con el pie cambiado.

España va a disminuir las subvenciones multimillonarias dedicadas a la energía solar poniendo en peligro todo el programa energético verde, y la reducción de presupuesto para investigación ha llevado al número del Ministerio de Garmendia a dimitir. Carlos Martínez, ex presidente del Consejo General de Investigaciones Científicas, había sido elegido por el propio Zapatero, leonés como él, para acompañar en la aventura a Cristina Garmendia, una de las pocas empresarias vascas que se había atrevido a montar un holding biotecnológico para poner en producción algunos descubrimientos prácticos salidos de las Universidades.

Miguel Sebastián tiene ante si el reto de demostrar que las energías solar y eólicas que produce España pueden ser rentables algún día. La electricidad producida por estos sistemas no pueden almacenarse, hay que gastarla en el momento, y además no funcionan cuando no hay sol o viento, respectivamente. Sin resolver esas cuestiones es difícil que se puedan desarrollar para ser una alternativa energética posible.

Otro de los “inventos” de Sebastián ha sido lanzamiento del coche eléctrico, que no contamina, pero es evidente que sólo con un apoyo institucional fuerte se podrá imponer frente a los automóviles tradicionales, ya que los eléctricos tienen entre otros handicaps, la falta de autonomía: no pueden circular más de 150 kms que es lo que les dan las baterías, y exigen una recarga de más de 10 horas para poder seguir andando. Pensar que sin resolver esos problemas la gente los va a comprar, es inverosímil.

En el caso de Garmendia sus problemas actuales parecen todavía más imposibles de resolver. Por un lado, la ministra ha perdido su batalla frente a la Universidad. Los investigadores universitarios se niegan a cambiar su estilo de investigación académico y tienen miedo de que la exigencia de resultados prácticos les lleve a perder los estipendios que ahora reciben por hacer experimentos en su mayor parte teóricos, muy alejados de cualquier aplicación práctica.

Cuando ZP dio en 2008 el Ministerio de Ciencia a la empresaria Garmendia metió en el mismo saco a las Universidades, con la evidente intención de forzar a los catedráticos e investigadores a colaborar no solo en teoría, sino en la práctica, con un nuevo modelo económico. Un año después, las Universidades habían vuelto a Educación negándose a ningún cambio que trastorne su mundo teórico endogámico. Pocos meses después de perder a los universitarios, la dimisión del secretario de Estado de Investigación, Carlos Martínez, se ha resuelto colocando en su puesto a un universitario puro con lo que ha ocurrido que finalmente volverá a ser la Universidad la que controle y decida qué investigaciones son las más interesantes.

Otro de los puntales del Ministerio de Ciencia –que ya fracasó en tiempos de Aznar con Anna Birulés y luego con Joan Costa - consiste en propiciar la entrada de empresas en la investigación tanto tecnológica como en otros campos, especialmente en la biotecnología. En la primera es donde han surgido problemas graves de competencia entre Sebastián, que considera que esos proyectos pertenecen a su Ministerio, sobre todo los que tocan a la aeronáutica y lo aeroespacial, y Garmendia al final se ha tenido que centrar en lo que ella conoce, que es la biotecnología.

Cambiar el modelo económico y de producción en España depende de que las iniciativas de estos dos ministros alcancen algún resultado positivo, lo cual es hoy por hoy muy complicado. Curiosamente uno de los datos que ha permitido a Zapatero hablar de brotes verdes han sido el Plan de ayuda a las ventas de coches tradicionales de gasolina o diesel, algo que no entraba en los planes del Gobierno que se resistía a recurrir a esas tretas que fomentan el modelo tradicional español basado desde la época del desarrollo franquista en los coches y en la construcción de casas, dos de los bienes más apreciados por los españoles, junto al turismo, la tercera pata de la economía española, que también está en fase de caída libre debido a la saturación inmobiliaria de nuestros costos, al deterioro medioambiental y a la competencia de nuevos paraísos turísticos.