Necesitan intentarlo por pura supervivencia. Si acuden por separado y cada uno con sus propias listas el resultado será catastrófico. No se fian de las intenciones del otro y si no se miraran al hombligo, ni defendieran sus posiciones personales, dejarían que fuesen otros los que lo intentaran. Un imposible. Tanto
Irene Montero, como
Antonio Maillo y sobre todo
Yolanda Díaz desean tener o mantener una parte del poder. Por mínima que sea. Sin su colaboración, sin su ayuda para lograr una mayoría en el Congreso, la izquierda en general perderá en las urnas y perderá en el Congreso. Será el PP de
Feijóo, en solitario o con ayuda del Vox de
Abascal el que gobierne. Pura y dura matemática electoral.
Reconstruir Unidas Podemos no puede hacerse con el nombre de Sumar pero si con los diez parlamentarios que hoy por hoy lo representan. La vicepresidenta debe saber, por conocimiento y por instinto político, que es muy difícil que pueda repetir en el cargo, tendrían que darse una serie de carambolas, que no son imposibles pero sí poco probables. El PSOE que ha construido Pedro Sánchez no puede volver al pasado, puede cambiar de liderazgo, pero no retroceder en el tiempo. Han pasado y van a seguir pasando tantas cosas - entre ellas la irrupción de la IA y el nuevo equilibrio geopolítico que ya ha impuesto Donald Trump - que la ideología se queda a un lado y la realidad de los intereses nacionales se impone.
Puede que Sánchez adelante la convocatoria electoral, puede que una las elecciones generales con las andaluzas o puede que lleve a la Legislatura hasta el año 27. Sea cual sea la situación lo que es seguro es que el PSOE tendrá que seguir buscando alianzas con todos los grupos posibles y que entre ellos, a su izquierda y al margen de los nacionalismos, está una representación de ese nuevo tripartito que formarán Sumar, Izquierda Unida y Podemos. Hay nace la gran dificutad de unir a tres voluntades poíticas, que dicen querer lo mismo y provenir del mismo útero común, pero que hoy no se parecen en casi nada.
El más libre de los tres es Podemos, pero también es el que más riesgo afrontar de quedarse en el chasis; el que tiene más que perder es Sumar, con su lider sometida a la servidumbre de estar dentro de un Gobierno que se convertirá en su adversario en las urnas; y el que mantiene el fondo histórico de esa izquierda es el viejo PCE que está dentro de Izquierda Unida. El resto de Movimientos se tendrá que conformar con el papel de segundo es, a la espera de que una victoria les deje repartirse los puestos de segundo nivel.
Detrás del escenario que ya están representando los personajes principales está el creador y destructor del conjunto de esa izquerda, Pablo Iglesias, con una doble función: lograr que Podemos vuelva a tener peso en la solución electoral final y que sea él, en persona, el que proporcione las negociaciones indispensables con las otras izquierdas nacionalistas, desde la CUP a Bildu o el BNG. Lo hizo antes para que Sánchez alcanzase la mayoría necesaria para ganar la moción de censura y luego para que se mantuviera en el poder con sólo 120 escaños. Repetir la jugada es casi imposible pero tiene la ventaja de que ya ha perdido todo lo que podía perder.