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El juez quiere preguntar en solitario y Sánchez responder en equipo
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El juez quiere preguntar en solitario y Sánchez responder en equipo

miércoles 24 de julio de 2024, 11:46h
El juez Peinado es tan resistente como el presidente Sánchez. Cada uno tiene su propio Manual de supervivencia y sus propios métodos para llevarlo adelante. Hasta ahora el magistrado va ganando por más vueltas y declaraciones que efectúen los ministros y dirigentes del PSOE, que no son todos y cada vez aparecen menos. Ese es otro de los problemas que tiene que resolver el líder de los socialistas y que le colocan en una situación de desventaja respecto al juez, que camina en solitario.

El presidente pensó que no podían pedirle que declarara como testigo en el procedimientos contra su mujer. Jurídicamente le hicieron ver que no podía evitar ese acto y que lo mejor para él era evitar el cara a cara con Peinado. Nada de sentarse frente a frente y soportar las duras preguntas que, sin duda, le iban a hacer. Estaba obligado a contestar en su condición de testigo por lo que el siguiente paso ha sido pedir al titular del juzgdo 41 que le mande las preguntas por escrito, una forma de decirle al instructor que las respuestas van a ser contestadas en equipo, sopesadas en equipo, analizadas en equipo, medidas, calibradas desde todos los ángulos posibles para que no puedan aparecer cabos sueltos o palabras que terminen en nuevos caminos de investigación. Es mucho, todo, lo que está en juego, el poder.

Si Pedro Sánchez, en su condición de presidente del Gobierno, con residencia oficial en Moncloa, que también es su lugar de trabajo y en el que cuenta con un completo equipo de colaboradores y asesores lo logra será su primera y pequeña victoria. Es el juez, ahora, el que tiene que decidir. Ambos saben que el testimonio oral tiene muchas, tal vez demasiados, utilidades posteriores, que terminan apareciendo en los medios de comunicación y en las redes sociales. Pasará lo mismo con los escritos pero no tendrán la misma fuerza.

Es una larga batalla de desgaste que se libra en ese territorio tan ambiguo como peligroso que es el peculiar “triángulo de las Bermudas” en el que confluyen los tres oceanos que rigen las olas de la vida pública: la política, la judicatura y los medios de información. Cada uno de los protagonistas lo tiene muy en cuenta. A cada uno de ellos se les observa, se les analiza y se les ataca o defiende dependiendo de la trinchera en la que se encuentren.

Lo que comenzó como una noticia sobre los comportamientos de un asesor y hombre de confianza de un ministro y siguió como un posible escándalo del mismo se ha convertido en todo un erial en el que cada día se construye y reconstruir la misma trama, con espectadores de lujo como son los otros dirigentes políticos, con los del Partido Popular y Vox a la cabeza. Puede, pero es difícil de creer, que Miguel Bernard y los que le acompañan en Manos Limpias no supieran el alcance que iba a tener aquel primer paso que dieron cuando, con los recortes de prensa en la mano, se presentaron con su denuncia en el Juzgdo 41 de la madrileña Plaza de Castilla. Al igual que es imposible que todo lo que ha pasado después se deba a la casualidad y suma de actos, viajes y conversaciones entre los distintos protagonistas que van tejiendo una espesa y cada vez más difícil de limpiar alfombra. Se parece y mucho a una de esas series turcas de televisión que han conseguido el respaldo de millones de espectadores.