Conseguido el primer objetivo de los pactos de investidura y pese a la clara victoria del PSC en las elecciones catalanas, los dos lideres del independentismo, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, han decidido que el siguiente paso es unir sus fuerzas, y las de la CUP, para avanzar en un nuevo “abrazo del oso” sobre Pedro Sánchez. Con la Ley de amnistía aprobada y conocedores que aún le queda un largo trámite judicial,, tanto en España como en Europa, quieren plantear el reparto del poder en el Parlament y en todos aquellos organismos que dependan de la Generalitat, incluidos a los que llegan hasta el mundo económico y financiero, para terminar con nueva fecha para un nuevo Referéndum sobre la independencia, éste acordado y pactado con el Gobierno español.
La diferencia alcanzada por Junts sobre ERC en los comicios autonómicos le permiten al huido ex presidente imponer sus condiciones a la menguante Esquerra Republicana. Puigdemont quiere volver lo antes posible a Cataluña pero sabe que ahora mismo el riesgo de ser detenido y puesto a disposición del juez Llarena es muy grande. Tanto como que prefiere que se le elija en la distancia y con la vista puesta en las elecciones europeas del 9 de junio. Es una línea muy fina en la que se van a mover los negociadores. Pedro Sánchez quiere esperar a que la firma del Rey a la Ley - imprescindible y obligada salvo que Felipe VI quiere imitar por un corto periodo de tiempo a lo que hizo Balduino de Bélgica en abril de 1990. Se trataba de firmar la Ley del aborto que habían aprobado tanto el Parlamento como el Senado pero que el soberano, católico ferviente al igual que su esposa, la Reina Fabiola, no quería firmar.
Jurídicamente se buscó la fórmula y se encontró en un artículo de la Constitución belga, que contemplaba la posibilidad de que el Rey, por motivos de salud o de conciencia, pudiera “dejar de ser Rey” durante unas horas. Así lo hicieron y Bélgica se quedó sin Rey durante 36 horas. La clave para esa salida legal estuvo en la enorme popularidad de los Reyes y el respeto que habían conseguido entre el pueblo, que comprendió las razones y permitió a los dirigentes políticos en contra la salida a una situación que, hoy en España y con los equilibrios que existen entre la Casa Real y los partidos, y por supuesto con los artículos de la Constitución, la hacen prácticamente imposible.
Firmada la Ley por Felipe VI podrá entrar en vigor pero se enfrentará al muy largo recorrido de su aplicación en los tribunales y en los numerosos recursos de todo tipo que se han planteado y se van a plantear por parte de la cerrada oposición del Partido Popular y de Vox. Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, junto al resto de dirigentes de los dos partidos y una mayoría de jueces y magistrados, no se van a detener en su lucha contra una Ley que creen va en contra del espíritu de la Constitución y a la que consideran una victoria del independentismo en contra del resto de España.
Todos los actores de este nuevo drama de la convivencia conocen el texto y el escenario. También el papel que le corresponde a cada uno de los protagonistas. Tiempo largo que irá mucho más allá de las elecciones y que se mezclará con otros casos que ya se han juzgado, se están tramitando o que aparecerán en un futuro muy próximo, con los de la llamada “trama Koldo” y la condición de investiga de Begoña Gómez, la mujer del presidente, con las sentencias que se conocerán de los juicios de Rodrigo Rato y Eduardo Zaplana. Conviene no olvidarse de los tiempos jurídicos, que son tan largos como para haber comprobado que los que afectaban al ex presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, absuelto finalmente con todos loos pronunciamientos favorables, ha tardado quince añós en llegar a su término.