Al margen de la disputa permanente entre el PP y el PSOE por las alcaldías y por las Comunidades Autónomas –donde poco va a cambiar- lo más interesante que vamos a ver en la campaña electoral de cara al 28 de mayo será el futuro de los partidos que emergieron con la crisis del bipartidismo.
Descartada la posibilidad real de los nuevos partidos de acabar con el PP y el PSOE –como ha ocurrido en otros países como Francia o Grecia- solo les queda a Vox, Unidas Podemos, Más Madrid, En Comú o Compromis, el lograr un resultado que les de la posibilidad de convertirse en partidos bisagra y que el partido que venza acepte darles entrada en su gobierno.
Unidas Podemos luchará por mantenerse como apoyo al PSOE en aquellas Comunidades y ciudades donde ya lo consiguió en 2019, pero sería vital para su supervivencia el lograr acabar con los gobiernos de Madrid, autonómico o municipal. No lograrlo o incluso que se pierda alguna alcaldía o Autonomía por su culpa les hundiría aún más de lo que están y tendrían que aceptar las condiciones que impusiera Yolanda Díaz para las siguientes elecciones generales.
Vox solo ha conseguido “tocar poder” en Castilla y León con una vicepresidencia para Juan García-Gallardo, y la consejería de Cultura para el ex comunista Gonzalo Santonja; y en Murcia, con una Consejería que ostenta Isabel Campuzano. No lo obtuvieron ni en Madrid ni en Andalucía a pesar de habérselo pedido tanto a Ayuso como Moreno.
El principal enemigo de Santiago Abascal es Feijóo empeñado en devolver al redil al votante de la derecha que se ha ido a Vox, intentando repetir en todas las autonomías y municipios el resultado de las elecciones gallegas, donde Vox se hundió.
Y en el otro extremo, a quien más pueden temer tanto los dirigentes de Unidas Podemos en las Islas Canarias, como Ada Colau en Barcelona o los de Compromís en la Comunidad Valenciana, será al intento de Pedro Sánchez de recuperar el voto de la izquierda.