Trini se casa

Trini se casa
Se casa la ex ministra, la chica de la chupa, la simpática candidata al ayuntamiento, la titular de exteriores en la época del segundo Zapatero, cuando la marca España se hundía, nuestro crédito exterior se agotaba y nuestra fuerza en Europa menguaba hasta llegar a ser una nación irrelevante. Ella no tiene la culpa, que conste. Ella hizo lo que pudo. Ella es Trini, y ahora pasará de nuevo por el juzgado, porque es señora divorciada, como su futuro marido. Miguel Ángel de la Fuente es un reportero de televisión, un gran reportero, con más agallas que muchos redactores. Fue periodista empotrado en las tropas americanas que subieron desde Kuwait hasta Bagdad, y tuvo que hacer las veces de redactor, porque el titular se rajó y pidió que le sacaran de allí para volver a casa. Como pago por sus servicios, al volver a Madrid Miguel Ángel, que es motero, se encontró con la moto destrozada en el aparcamiento de Torrespaña. El sindicato no perdona a los que hacen la guerra por su cuenta y tienen la ambición de progresar. El progresismo tiene un límite. Hace unos meses Miguel Ángel estuvo a punto de perder la vida por un accidente de moto en el centro de Madrid. Ahora se casa, y yo me alegro, y Trini también.

Trías se confiesa
Sigo el culebrón de Bárcenas con pasión. La historia tiene mucho dinero, pero le falta sexo y sangre, que son, según los cánones del sensacionalismo, los tres ingredientes de las grandes historias de la prensa. Ahora parece que el traicionado es Jorge Trías, el que llevó las fotocopias a El País, el que aseguraba en una conversación telefónica: “no hay pruebas ni las habrá”. Ahora todo parece un enredo elaborado por este abogado que se asusta de la repercusión de un artículo que envió al periódico y luego vio en primera plana, con su firma, con su denuncia de historias de sobres y de corrupción. Trías aparece ahora como un ingenuo que llevado de un rapto de sinceridad montó la mayor crisis que ha vivido el PP desde los tiempos de Naseiro. Uno no sabe si pensar que el tal Trías es un insensato, un irresponsable, o el protagonista de una conjura de necios animados por algún canalla. Dice Trías que Bárcenas le debe una explicación por sus millones en Suiza. Y la carcajada de Bárcenas se oye desde Irún a San Fernando. Trías, un tonto útil, en una historia de pillos. Se equivocó con las fotocopias, y yerra más cuando confiesa la verdad de esta historia.

Thatcher, que se fue
Semana de despedidas, que se nos acumulan los muertos y los funerales. La muerte de Thatcher le cogió a Cameron en España y tuvo que coger el avión y volver a casa para los funerales. Antes, dejó un homenaje que sonó mucho más sincero que las palabras de Rajoy, que no sabe improvisar, que no sabe impostar, que es mal comunicador, porque nunca parece creer en lo que dice. Thatcher ha llevado la división de opiniones que la rodeó hasta la tumba. Para unos fue una hiena capitalista, para los liberales un ejemplo a seguir. Nunca me gustó ese apelativo “de hierro” que siempre se colgaba a su apellido, como si alguien que tenga las cosas claras y que cumple lo que dice, y que hace lo que dice tuviera que ser de una pasta inhumana, mineral, ferruginosa. La derecha española está pensando en ponerle calles a la señora, mientras Rajoy se pone de perfil porque el ejemplo de Margaret le resulta incómodo: una mujer demasiado enérgica, demasiado clara, demasiado coherente para los gustos de nuestro presidente, que ama más el relativismo, las sombras, la niebla.

Vuelve Miguel Sebastián
¿Qué fue de Miguel? Dejó el gobierno y no fue nada, que diría el clásico. Ahora salen a relucir algunos comportamientos canallas y mezquinos del que fuera el gran gurú económico de la ruina, ministro de industria, pero industrioso en el cotilleo, en la zancadilla, en la trampa, en la puñalada trapera. Hay unos cuantos cargos socialistas que le conocieron y que le sufrieron que han abierto la caja de los truenos y están empezando a contar cómo se las gastaba Miguel, hombre resentido, falaz, mendaz. Miguel es aquel que en un debate con Gallardón sacó la foto de Monserrat Corulla como el que coge la faca y la clava en el hígado, con trayectoria ascendente, para hacer un poco más de daño y dejar el órgano inservible. A Gallardón, que nunca olvidará las horas posteriores que pasó, se le mudó el semblante. Como ministro, Miguel no fue mejor, y se dedicó a dinamitar la candidatura de algún colega de gobierno a agencias europeas, que cayeron en manos extranjeras, mientras Europa contemplaba nuestras riñas con una profunda perplejidad. Llega la hora del ajuste de cuentas, y de la misma forma que los socialistas hablan de la falta de rigor de la ministra Salgado, ahora cuentan de las malas artes de Sebastián.

Cospedal y el nazismo
En el PP se han lanzado en tromba para frenar la marea creciente de acoso contra sus diputados. No es para menos. Se comienza por un “escrache” y se termina por abrir cabezas como si fueran melones. En el PP tienen memoria amarga del acoso contra sus sedes. Cada vez que algún asunto les salpica hay una chusma que se acerca a la puerta del partido para lanzar huevos, bramar, cortar la calle y acosar. Es al único partido que le pasa. Y la responsabilidad de estas algaradas es de una izquierda con un gusto particular por el motín, la algarada, y el pollo, transmitido por televisión. Es aquello de fabricar un acontecimiento que sea magnificado por los medios. En eso son maestros. Pero a Cospedal, que tiene la responsabilidad de hablar como secretaria del partido, se le ha ido la mano comparando esto con el nazismo. Llamar a los “escraches” nazismo es una forma de disolver el crimen contra la humanidad. Yo sugeriría a Dolores que se centre, que aluda a la libertad pisoteada, que condene la violencia del acoso, y que deje a los nazis en su sitio.

Méndez, eterno
Cándido sigue, hasta el final. Ahora que se lleva lo de limitar los mandatos, a Cándido no le apetece dejar el suyo, y ha convertido su puesto de secretario general de UGT en algo vitalicio, un puesto sin relevo. “Somos el enemigo a batir”, ha dicho, como si alguien tuviera intenciones de meter a los sindicalistas de la Unión en la batidora. Cándido, que fue el viceministro de economía de la era Zapatero, tiene amplias lagunas en la sección lenguaje, y confunde abatir con batir, que son dos verbos parecidos de significado muy diferente. A Cándido esto le da igual, porque los suyos le entienden, y por eso le han vuelto a elegir, para que siga, eterno, al frente de la Unión. Quizá han pensado que en estos tiempos de crisis, cuando la afiliación cae, cuando el sindicalismo se ha quedado sin clase obrera, es mejor lo conocido que lo que pueda venir. Pero el mensaje que traslada a quienes no tienen carné es el de un sindicato anquilosado, irrelevante, incapaz de inyectar nuevas ideas en la izquierda.

Olvido se desnuda
Paso por el kiosco y veo a Olvido, desnuda, en bragas. No tiene gramo de grasa la señora, y dice en la portada de la revista que la ampara que ella hace con su cuerpo lo que quiere. Eso está claro desde que apareció en aquel video casero en el que se aliviaba los fuegos con la mano derecha. Luego Olvido se ha tirado a la piscina, y ahora comparece en cueros, como en una sesión fotográfica de porno casero, que es lo que se lleva, que hay muchas parejas que se sacan un sueldo con una pelis en el dormitorio de casa. Para eso hemos quedado, para enseñar el cuerpo y hacer con él lo que queramos, que es lo único que nos han dejado en el patrimonio nacional: unos cueros, unas tetas, y unas bragas para decir que todavía nos queda un poco de vergüenza. Olvido comparece, como la Juana de Arco de su arco de triunfo.
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