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Quo vadis Rajoy?

La traición y la venganza del ex tesorero Luis Bárcenas ha llevado a Mariano Rajoy a una situación sin salida posible. De nada han servido las explicaciones que el presidente del Gobierno dio en una falsa rueda de prensa, sin periodistas, tras el Comité de Dirección extraordinario convocado para salir al paso de la publicación del cuaderno de cuentas B del PP que L.B. “El Cabrón, como se le llamaba el cabecilla de la trama Gürtel, ha estado haciendo cuidadosamente durante 20 años, hasta que tuvo que salir del partido por la puerta de atrás con la condición de que nadie le “tocaría” los 22 millones de euros amasados que guardaba en Suiza.

La situación de Rajoy, sin el “barcenasgate” ya era muy difícil después de que se conocieran los datos económicos de 2012, con 800.000 parados más –lo que da un total de casi seis millones de desempleados- y una ciudadanía cada vez más enfadada con el Gobierno y con los políticos en general. Bárcenas le ha dado la puntilla, pero el “toro” se resiste a morir y cada día que pasee en la Moncloa se va a convertir en un horror, temiendo cada mañana ver lo que publican los periódicos y con manifestaciones cada vez más masivas en las calles que piden directamente su dimisión.

La mejor prueba de la irremisible caída de Rajoy ha sido la petición de dimisión que le ha pedido el líder de la oposición Alfredo Pérez Rubalcaba, que será la siguiente víctima del final del bipartidismo. Rajoy esperaba que su contrincante echara agua al fuego de la financiación ilegal de los partidos políticos ya que el PSOE ha utilizado los mismos o parecidos sistemas –grandes constructoras, promotores de viviendas, bancos (Filesa) o incluso, recordemos, empresas extranjeras como Siemens cambio de los contratos del AVE- pero el líder del PSOE no ha podido hacer otra cosa aunque eso sea “ponerse la soga al cuello”, sino quería quedar en evidencia.

Las discusiones en la dirección del PSOE han sido, en los últimos días, muy agrias entre los que quieren tirar hacia delante, pase lo que pase, y los que creen que tirar piedras contra el PP por la financiación ilegal es como arrojarlas contra su mismo tejado. Rubalcaba se resistió incluso, el día en que aparecieron los papeles filtrados a “El País”, a hacer declaraciones contra Rajoy, alegando que se encontraba lejos, en las Islas Canarias, en asuntos del partido. Fueron las insistentes llamadas de la dirección reunida en la calle Ferraz las que le “obligaron” a salir al paso con una rueda de prensa en la que no dijo nada, lo mismo que en el debate parlamentario que habían tenido dos días antes en el Congreso en el que Rajoy le advirtió de que no “tirara” tanto de la cuerda porque se podía romper. Al final, parece que ha preferido “morir con las botas puestas”.

El problema de Rajoy es que, una vez publicadas las notas del cuaderno de Bárcenas, ya no hay marcha atrás: o se querella contra el ex tesorero traidor –como le pide muy astutamente su enemiga interna Esperanza Aguirre, lo que obligaría a Bárcenas a demostrar que lo que anotó es verdad- o nadie le va a defender, salvo los otros miembros de la lista de cobradores de sobres en negro que, como Arenas, Mato o Cospedal, etc, están en estos momentos más preocupados por su situación que en sacar la cara por Rajoy. Solo el hecho de que Cospedal mandara a González Pons –un tercera fila en el organigrama actual- a responder a Rubalcaba indica que la secretaria general se ha cansado ya de dar la cara.

Tampoco en el Gobierno va a tener Rajoy grandes apoyos, unos porque no pintan nada, son ceros a la izquierda –Fátima Báñez (Trabajo), Soria (Industria), García Margallo (Exteriores), Fernández (Interior), Pastor (Fomento)- y otros porque, como Gallardón (Justicia) es el eterno aspirante a sucederle. La leal asistente del presidente, Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, ni siquiera cuenta en las quinielas porque además está viviendo sus horas más bajas, con depresiones incluidas, desde que comenzaron los problemas.

¿Quién podría beneficiarse de la caída de Rajoy? Desde luego Gallardón y Esperanza Aguirre participan en el partido y ambos creen que tienen posibilidades, pero ninguno de los dos cuenta con el apoyo de los barones regionales que son los que tienen en sus manos la elección del futuro presidente del PP. El ministro de Justicia solo sería el sustituto en el caso de que lo eligiera el propio Rajoy apelando a la unidad interna y aún así Gallardón tendría muchas dificultades de hacerse con el control total.

Aguirre sigue creyendo que su “sex appeal” podría obligar a un PP desesperado ante la posibilidad de perder las próximas elecciones (las encuestas le dan ya una pérdida de 50 escaños) a elegirla como nueva cabeza de lista con la vista puesta en una descarada campaña electoral de signo populista y demagógico, pero no parece fácil porque la mayoría de los actuales dirigentes nacionales y autonómicos simplemente no se fían de ella, ni de sus consejeros y colaboradores sacados de las filas del neoliberalismo más salvaje.

La opción de la secretaria general, Dolores de Cospedal, es posible pero no es probable ya que se ha “quemado” casi tanto como Rajoy en el tema de los sobresueldos en negro –de hecho su nombre también aparece aunque con cantidades pequeñas- y tampoco ha conseguido enlazar bien con los otros barones. De hecho tendría enfrente a la poderosa agrupación andaluza, que todavía controla Arenas.

Así que el sucesor de Rajoy podría llegar, de manera más natural, a través de algunos de los nuevos barones autonómicos que solo son dos: Alberto Núñez Feijóo, que es el mejor colocado, aunque tiene en su contra que es gallego, lo mismo que el actual presidente, pero que no da miedo a nadie ni dentro ni fuera del partido. El otro es el valenciano Carlos Fabra que solo mueve la boca para pedir nuevos rescates para sacar adelante los “pufos” que le ha dejado su compañero Francisco Camps. La aragonesa Luisa Fernanda Rudí, que en su día fue una de las apuestas de Aznar, también tiene buena imagen interna pero poco tirón, lo mismo que el dirigente canario, José Manuel Soria, un hombre con muchas ambiciones que es el único que ha tratado de sacar un poco la cabeza en el Gobierno donde ejerce como ministro de Industria sin poder meter en cintura ni a las compañías eléctricas ni a las petroleras.

El fin del bipartidismo

La política española tiene razones que la razón no entiende. Así se podría resumir lo que le está pasando al presidente del Gobierno que, quiera él o no tiene sus días contados, como le ocurrió a Felipe González cuando, en medio de la oleada de corrupción –casos Filesa, Luis Roldán, fondos reservados, Banco de España, etc- se negaba a aceptar lo inevitable, que acabó llegando por su derrota en las urnas en 1996. La diferencia es que, mientras entonces la alternativa al PSOE era el PP, ahora la caída de Rajoy va a coincidir con el fin del bipartidismo que, al final, puede acabar también con el PP y con el PSOE.

Lo que la razón no entiende, y Rajoy seguramente tampoco, es que tenga ser la venganza del ex tesorero traidor Luis Bárcenas el que provoque su caída y no el cúmulo de engaños y mentiras con los que ganó las elecciones del 20-N, llevando al país a un situación insostenible con cerca de seis millones de parados y una economía por los suelos. La”caradura” con la que han actuado los dirigentes del PP y del PSOE durante más de 30 años amenaza ahora con llevárselos por delante.