Las mociones de censura agitan el poder municipal
A punto de cumplirse un año de constituirse los equipos de gobierno que propiciaron las elecciones municipales de 2011, el status quo político de algunos ayuntamientos ha comenzado a modificarse merced a las temidas mociones de censura. Un adelanto de lo que podría producirse el próximo otoño sí la situación económica y el desempleo continúan siendo las mismas que en estos momentos y el PP pierde definitivamente pie.
Operaciones políticas en las que los partidos independientes y formaciones del corte de UPyD tienen la llave para desalojar al partido de Esperanza Aguirre de las alcaldías de no pocos consistorios.
El primer ensayo de ese todavía hipotético alzamiento contra los alcaldes del PP ha tenido lugar en Campo Real, donde la ya ex regidora popular, Concepción Guerra, ha perdido la vara de mando tras el pacto entre el PSOE, CDL y PAICR. En esta ocasión los socialistas han tenido que conformarse con la segunda tenencia de alcaldía, recayendo en Felipe Moreno, del Centro Democrático Liberal, la alcaldía.
Diametralmente distinto es el caso de Casarrubuelos, donde IU podría peder uno de sus feudos más tradicionales por una moción de censura auspiciada por el PP y la formación Agrupación Vecinal de Casarrubuelos (AVC), liderada por la antigua alcaldesa de la coalición, María Soledad Lavín.
Los cuatro representantes del PP en alianza con los dos de AVC se impondrían a los cinco de Izquierda Unida de prosperar la votación que se llevará a cabo el próximo día 15 de junio. (De prosperar, serían tres los ayuntamientos- el primero fue el de Griñón al inicio de la legislatura- que cambian de signo político en un año).
Ambas mociones de censura son dos ejemplos de lo revueltas que bajan las aguas de la política municipal y suponen tan sólo la punta del iceberg de las operaciones que se fraguan en algunos ayuntamientos, cuyo principal objetivo, en la mayoría de los casos, es desalojar de las alcaldías al PP. Sería el caso de los consistorios de Coslada, Alcalá de Henares, Getafe o Leganés, cuyos alcaldes están siendo, en mayor o menor grado, objeto de no poca controversia en sus respectivas localidades. El líder del PSM, Tomás Gómez, trabaría ya, según dicen, en esa dirección, pero UPyD continúa siendo la clave para arrebatar a los populares el bastón de mando en los tres primeros municipios, mientras que la alcaldía leganense está en manos de una formación independiente, Uleg.
El caldo de cultivo para este hipotético cambio político se percibe ya en alguna de estas localidades, donde existe cierta contestación ciudadana al modo de gobernar de sus regidores, empeñados en ser poco menos que la guardia pretoriana de las políticas de Aguirre en los ayuntamientos de la región, convertidos en auténticas plataformas de defensa de las iniciativas de la lideresa, bien sea por convicción propia, véase a Jesús Gómez (Leganés) o David Pérez (Alcorcón), todos ellos más papistas que el Papa, o bien como una vía de meritoriaje ante la presidenta de su partido, como sería el caso de Juan Soler en Getafe. Tras un tiempo de adaptación municipal, el regidor getafense vuelve a mostrar sus mejores esencias, esas de las que hizo gala como viceportavoz del PP en la Asamblea de Madrid, ya sea para romper una lanza a favor de que la iglesia no pague el IBI o para reducir drásticamente el protagonismo de las tradicionales asociaciones vecinales de la localidad.
Pese a todo es, sin duda, Jesús Gómez quien se lleva la palma en lo que se refiere a mantener fuertes confrontaciones con sus vecinos y con el resto de formaciones políticas del consistorios. Unas veces por sus desafortunadas declaraciones al estilo de la derecha más rancia, otras, por su afán privatizador en temas tan sensibles como la educación, materializado en la cesión de suelo público a una entidad privada para la construcción de un centro escolar.
Todos ellos tienen también en común el haber iniciado una auténtica carrera contra reloj por borrar lo antes posible cualquier vestigio de sus antecesores socialistas, aunque ello les lleve a convertir en papel mojado la cacareada austeridad que preconiza su jefa de filas. En esta época de vacas flacas, los munícipes populares de Getafe o Leganés no ahorran esfuerzos ni dinero en cambiar imágenes corporativas o los escudos de sus municipios, que poco o nada importan al resto de su ciudadanía y que socialistas e IU convertirán en munición, llegado el momento, contra estos alcaldes populares.