LUCÍA FIGAR

LUCÍA FIGAR
Discrepo de los clásicos, que aseguran que para sobrevivir en política hay que evitar los problemas, y atravesar zonas de sombra continua hasta asomarse al sol del estrellato. Lo deben de decir por la carrera sorpresiva, fulgurante, y desastrosa de Zapatero, que no fue nada hasta el día que lo fue todo, antes de regresar a la nada. Creo que un político se tuesta en el conflicto y en la dificultad de aplicar programas. Es el caso de Figar, que lidiando con la educación y el empleo, dos de las grandes cuestiones de nuestro tiempo, si no las únicas, templa su tono político para asumir otras tareas. Ha navegado siempre por zonas muy técnicas, sin demostrar esa cruda ambición política de otros líderes como Ignacio González o Granados. Sin duda está segura de que este es un tiempo para demostrar capacidad de gestión y dirección de equipos. Domina la comunicación, y tiene un discurso ordenado, con voz firme y apariencia sedosa.
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