Los sindicatos en el limbo social
La crisis económica y financiera ha pillado a los sindicatos con la guardia baja y con problemas a la hora de decidir qué hacer ante un capitalismo que parece agotado en cuanto a soluciones prácticas pero que sigue dominando ideológicamente el mundo después de la caída del muro de Berlín y el final de la Unión Soviética y la reconversión de China en una especie de capitalismo de Estado que les parece peor que el europeo o el norteamericano
Ninguno de los líderes sindicales españoles mayoritarios – al igual que los del PSOE e IU- parece dispuesto a volver a las tesis socialistas y siguen soñando con recuperar algún día a la tranquilidad que les daba el capitalismo de los años de vacas gordas.
Cándido Méndez (UGT) e Ignacio Fernández Toxo (CC.OO.) están intentando, por todos los medios, que los neoliberales no les expulsen del “paraíso” –como propugna por ejemplo la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, que cree que deben desaparecer- y siguen buscando a esos empresarios que les aceptaron durante casi cuarenta años como interlocutores únicos para la paz social.
Cuando se diseñó la transición del franquismo a la democracia los sindicatos fueron incluidos como parte del aparato del Estado, y al igual que los partidos políticos o las inútiles organizaciones empresariales se consideró que gran parte de su estructura tenía que ser atendidas por las arcas públicas, bien a través de las subvenciones o de la polémica figura de los liberados. La vida cómoda ha hecho también que los líderes sindicales no supieran responder a las duras críticas que desde la calle se han vertido contra los excesos y hasta las corrupciones que se han dado en su seno y las han achacado siempre a los enemigos de la derecha. Sin cambios importantes en sus cúpulas y en su estructura es difícil que vuelvan a tener un apoyo popular masivo.
La crisis económica ha puesto en cuestión gran parte del pacto de la transición del franquismo entre la derecha y la izquierda. Alguno de los autores de dicho acuerdo, como Santiago Carrillo, considera incluso que se ha roto y que las últimas reformas emprendidas por el Gobierno de Mariano Rajoy –y en parte antes por el de Zapatero- indican que vamos a la reimplantación en España del “capitalismo salvaje” o por lo menos de una versión del mismo en el que el Estado va a dejar de velar por los derechos de los trabajadores, pero también de los pequeños empresarios (véase, por ejemplo, las leyes de libertad de horarios que está dictando el Gobierno de Madrid). Es decir el aparato administrativo reducido sus funciones policiales y de orden público.
Las detenciones de líderes sindicales por desórdenes públicos en Barcelona o la decisión de la delegada del Gobierno de Madrid de hacer a los sindicatos convocantes de las manifestaciones responsables pecuniarios de los destrozos en el mobiliario urbano, van por ese camino, cosa que era impensable en los años 80 cuando el PSOE hizo una brutal reconversión industrial de la siderurgia y de los astilleros que provocaron escenas de graves enfrentamientos entre policía y obreros en toda España.
En los próximos días, las detenciones de los activistas cercanos al 15-M que provocaron un parón en el metro tirando de las alarmas y el primer aniversario del movimiento que quiere volver a tomar la Puerta del Sol van a poner a prueba tanto al Gobierno de derechas de Rajoy como a los propios líderes sindicales y de la izquierda española.
La táctica emprendida por los sindicatos de volcarse en la calle con continuas manifestaciones-procesiones intentando provocar los menos incidentes de orden público o los llamamientos a la calma que hizo el propio Rajoy cuando la policía cargó de manera brutal contra los estudiantes valencianos se mueven en un peligroso filo de la navaja.
El problema para los sindicatos, instalados cómodamente en las tesis socialdemócratas de un capitalismo democrático y de rostro humano, es que ese mundo parece haberse hecho pedazos con la crisis y se van acabando los plazos para que lleguen soluciones, como la hipotética victoria de Hollande en Francia, que nos devuelvan a esa situación. Mientras tanto la derecha sigue su camino hacia ese capitalismo salvaje que promete que el desempleo aumentará hasta los 6 millones de parados , que se aumentarán los impuestos, que no nos podremos jubilar hasta los 70 años, que se acabó la sanidad o la educación igual para todos, y que no habrá convenios colectivos que valgan, es decir que los sindicatos no valdrán para casi nada. O ganan la batalla de la c