Lo dijo el otro día, en televisión –eso si, con suavidad y buenos modales- Eduardo Serra, el presidente de la Fundación Everis, los prestamistas nacionales e internacionales, que inflaron la burbuja financiera entre 2001 y 2008, quieren cobrar y no van a parar hasta que el Gobierno de Zapatero les asegure el capital y los intereses. Y si España se estanca, por culpa de la lucha contra el déficit y se alargan los plazos del pago, subirán los intereses, con lo que a España puede ocurrirle lo que a muchos países latinoamericanos, que nunca consigamos rebajar la deuda.
El otro “consejo” de los acreedores internacionales es que España no dedique los pocos recursos que tiene para pagar la deuda a subvencionar a los parados o a otros colectivos desfavorecidos. El Gobierno, por lo pronto, ya ha anulado la ayuda de 426 euros que se daban a los que habían agotado su desempleo legal.