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Faraón Gallardón

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h

La deuda del Ayuntamiento de Madrid llega a los 7.200 millones y amenaza con hundir al alcalde

Gallardón está llevando a la capital madrileña al borde de la suspensión de pagos. Hoy un proveedor del Ayuntamiento de Madrid tarda, en el mejor de los casos casi un año, 270 días en cobrar su trabajo o su servicio. Los madrileños empiezan a estar hartos de tanto boato del alcalde que se ha hecho un palacio en la Cibeles, el antiguo edificio de Correos, que ha costado hasta ahora 124 millones de euros, casi la mitad de la deuda que el Consistorio madrileño tiene que pagar de aquí a fin de año, 270 millones.

A estas astronómicas cifras se suman los 290 millones que le reclaman de retrasos, desde hace nueve meses, a Gallardón las empresas privadas que limpian Madrid y que recogen la basura, las cinco grandes constructoras: FCC de Esther Koplowitz, ACS, de Florentino Pérez, Ferrovial, de Rafael del Pino, y Sacyr, de Luis del Rivero. De hecho ya han amenazado en varias ocasiones con echar a los 12.000 trabajadores que tienen en la capital si no se les paga inmediatamente. Su primera fecha límite fue el 15 de octubre.

En total, el Ayuntamiento de Madrid debe 7.145 millones de euros, siete veces más que el segundo ayuntamiento más endeudado de España, que es el de Valencia, lo que supone que cada madrileño debe 2.200 euros, jubilados, amas de casa , niños recién nacidos e inmigrantes con papeles, incluidos. Si sólo contabilizamos a la población activa, cada familia madrileña tendrá que pagar 6.000 euros.

Ello explica el nerviosismo del alcalde de Madrid que se lanzó literalmente a por Zapatero en el Desfiles militar del 12 de octubre en Madrid para pedirle que le permitiera refinanciar los 270 millones de deuda que vencen este año, saltándose las normas que emitió la vicepresidenta económica, Elena Salgado, hace un mes y que sólo dejaban acudir a por más créditos a los municipios cuya deuda no superase el 25% de su presupuesto. Los ingresos de Madrid apenas pasan de los 4.100 millones, por lo que se deuda es casi el doble, además ésta no deja de crecer porque cada año, la diferencia entre ingresos y gastos aumenta a razón de 255 millones. Es como un pozo sin fondo.

La clave del conflicto entre el Ayuntamiento madrileño y el Gobierno central está, sin embargo, no en el dinero sino en las elecciones municipales del 22 de mayo de 2011. Alberto Ruiz Gallardón cree que Zapatero va a por él, que intenta desprestigiarle porque en el PSOE no se teme tanto a Rajoy, como líder del PP, sino a Gallardón, que es el que arrasaría al candidato socialista en unas hipotéticas elecciones generales. Suponiendo que el PP ganase los comicios de marzo de 2012 con Rajoy a la cabeza, los socialistas piensan que no sería difícil ganarle en las de 2016, pero si para entonces el candidato es Gallardón la cuestión sería más difícil.

La popularidad del alcalde de Madrid, muy promocionada a diario por los grandes medios de comunicación, ha descendido mucho tras la decisión de aumentar brutalmente el Impuesto de bienes urbanos (el famoso Ibi o contribución), que ha supuesto para la mayoría de los madrileños aumentos de casi el 50% en los últimos años, la ampliación de la zona azul de aparcamiento a casi todo Madrid y no sólo a la almendra central, y la creación de una nueva tasa de basuras, que supone una media de casi 90 euros por madrileño al año.

Sólo las campañas de publicidad montadas por las grandes constructoras, las beneficiadas por las obras faraónicas de Gallardón, han conseguido evitar su desplome. Solo el enterramiento de la M-30 ha costado 3.200 millones y cada año hay que pagar 350 millones, más de un millón al día, hasta el año 2035, cuando el alcalde cumpla 76 años. Y el paseo de la ribera del manzanares, encima de la M-30 ha podido hacerla gracias al famoso Plan E de Zapatero, que sino se hubiera quedado todo levantado.

NI se sabe cómo hubiera financiado Gallardón las obras necesarias para construir las instalaciones olímpicas en el caso de que Madrid hubiera sido elegida para acoger los Juegos de 2016. Durante los siete años y medio que lleva al frente de la alcaldía de Madrid, Gallardón se ha convertido en el mecenas de las grandes constructoras españolas cuyos dueños le adoran como al diós sol. Si el alcalde hubiera sido ministro de Fomento no les habría podido dar más obras. Los Florentino Pérez, los Rafael del Río, Esther Koplowitz, Luis del Rivero, o Villar Mir, le adoran.

La gota que colmó el agua del talante de Ruiz-Gallardón y le hizo estallar fue la negativa del Gobierno a poner en marcha la ley de financiación local, aprobada en el Congreso este verano, y que incluía la posibilidad de que lo ayuntamientos acudieran a créditos públicos del Instituto de Crédito Oficial para pagar a los proveedores. Pero el asunto está parado y a Madrid se le ha prohibido además, como a todos los municipios super endeudados, pedir más créditos. El gabinete jurídico del Ayuntamiento de Madrid ha anunciado la presentación de tres recursos contra el Gobierno: el primero para reclamarle 176 millones por lo que dejaron de recaudar en 2009 como consecuencia del cheque bebé y de la rebaja de 400 euros del IRPF. El segundo por la negativa a a probar los créditos ICO, y el tercero por la prohibición de Elena Salgado de refinanciar la deuda.

 

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