31/05/2010.- No es mi intención crearme enemigos, que generalmente vienen solos y sin necesidad de animarlos, pero sería horrible que Argentina ganase el mundial de fútbol de Sudáfrica.
Es cierto que los argentinos son muy buenos en esto del once contra once, pero tienen un seleccionador nacional que desde que “regresó a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina y, por esas ventas del fino Laína, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína”, no hace nada más que decir y hacer chorradas.
La penúltima, la más reciente, es que “si gana el mundial se pondrá en bolas y saldrá a recorrer el obelisco de Buenos Aires”, y eso, les juro que es un espectáculo que no se merece la humanidad.
¡Maradona en pelotas en todos los telediarios del mundo! ¿Se lo imaginan? Yo sí, y me he apresurado a escribir esta columna.
Si la gente, supuestamente seria se apuntase a esta moda y cundiese el ejemplo, podríamos ver a la Merkel desnuda por la Puerta de Brandenburgo si Grecia, España, Portugal e Irlanda reducen el déficit, a Rajoy en pelota picada por la Cibeles si consigue que ZP dimita, a Pilar Bardem por la plaza de Neptuno de la misma guisa si a Garzón no lo condenan o a María Teresa Fernández de la Vega en cueros en los alrededores de la Moncloa si a Francisco Camps lo empuran.
¡Demasiada desconsideración con los ciudadanos en un momento como el actual!
Y aunque no hay derecho, todo es posible. Por esa razón habría que prohibir exhibiciones de este tipo a falta de ideas mejores para festejar alegrías, aunque entiendo que a ninguno de ellos se les ocurra.