18/05/2010.- Los silencios de Alberto Ruiz Gallardón son tan elocuentes como sus palabras y en los últimos meses éstos vienen siendo muchos e intencionados (sólo los rompe para defender a su alter ego, Manuel Cobo). El alcalde de Madrid, pese a la autoridad que se confiere a sus disertaciones (de forma notable en el PSOE), está pasando prácticamente de puntillas de todo lo que acontece en el actual panorama político, llámese crisis económica, juez Garzón o caso Gürtell.
Ello ha provocado múltiples lecturas, disparando imaginaciones y rumores. El que ha comenzado a coger cuerpo es que Gallardón, con el plácet de su partido y del propio Mariano Rajoy, quiere preservar su imagen fuera de cualquier polémica de cara a una operación electoral para el 2012.
Astuto, considerado por muchos el más político de los políticos, el “verso suelto” del PP no ha ocultado nunca su ambición de convertirse en presidente del Gobierno, algo que a día de hoy, de ser cierta la rumorología, comenzaría a tener, por fin, al alcance de la mano.
La hipotética y sorprendente operación que se estaría fraguando en el PP con miras a las elecciones generales, que bien podría levar por titulo “el Harakiri de Rajoy”, se habría desencadenado ante la falta de tirón electoral del actual presidente del partido, plasmado dramáticamente en todas las encuestas, además del desgaste que su liderazgo está sufriendo a cuenta del caso Gürtell y de una labor de oposición que no termina de cuajar, pese al escenario de crisis económica y a las horas bajas por las que atraviesa el presidente del Gobierno.
Rajoy, que según los mentideros estaría de acuerdo en autoinmolarse, cedería en un momento dado el paso a la opción Gallardón, mientras la defensa de la alcaldía madrileña, y aquí se barajan dos alternativas, bien podría recaer en Esperanza Aguirre (no es nuevo que la presidenta de la Comunidad aspira al bastón de mando de la capital) o en una Ana Botella que en los últimos años no ha escondido tampoco su ambición de presidir la Casa de la Villa.