08/03/2010.- Preocupa que sea en la universidad donde la intolerancia haya echado raíces.
No es un buen síntoma que la juventud sea protagonista en todo lo que tenga que ver con el boicot a la expresión libre de las ideas y aunque la tradición dice que los universitarios dedicábamos una parte de nuestro tiempo académico en ver cómo presionar al poder para conseguir cambios en el sistema político, lo que ahora ocurre no tienen nada que ver con lo que pasaba en la Sorbona en mayo del 68, en octubre de ese mismo año en la Universidad de Méjico, o en la Complutense contra la dictadura de Franco.
Ahora en algunas universidades algunos grupos se han erigido en expendedores de carné de pensamiento único y su actividad principal consiste en actuar con violencia como censores de las ideas que no comparten.
Son grupos vinculados a las juventudes de algunos partidos políticos nacionalistas, que luchan contra la libertad de cátedra y agreden a quienes tienen ideas propias.
En la Universidad del País Vasco no pocos profesores y catedráticos han tenido que exiliarse o acudir a clase con escoltas, pero Euskadi no es una excepción .
El caso más reciente ha sido el intento de agresión y boicot de la conferencia que la diputada de UPyD, Rosa Díez ha sufrido en la Universidad Autónoma de Barcelona por parte de un centenar militantes del Sindicat d´Estudiants dels Països Catalans.
Hacer unas fechas, en la Universidad de Oviedo, el ex Presidente Aznar fue insultado por universitarios que tampoco querían dejarle hablar y con anterioridad sufrieron acosos similares el ex Presidente Felipe González, en la Universidad Autónoma de Madrid y otros muchos que han visto cómo hablar en público en una universidad se ha convertido en una profesión de riesgo.
Generalmente estos revienta actos son miembros juveniles afiliados a partidos políticos que han mamado en las filas de sus formaciones el odio al contrario y el rechazo a cualquier idea u opción contraria a la que ellos defienden.
Europa es y debe ser un espacio para la convivencia y la educación de nuestros jóvenes, y no pueden mirar hacia otro lado los líderes políticos de unos partidos – generalmente nacionalistas – que consiente y alientan, tácitamente, estos comportamientos antidemocráticos e inciviles.