OPINION

Entre andaluces anda el juego

Jueves 02 de octubre de 2014

¿Tienen algo en común Manuel Chaves y José Montilla? Su pertenencia al Partido Socialista; y su condición de andaluces, aunque el segundo, en palabras de Jordi Pujol, sea "un catalán nacido en andalucía". bueno, cuidado porque ahora hay quien esgrime con tono amenazante que el partido socialista de Cataluña es autónomo respecto al PSOE y que puede formar grupo parlamentario aparte. Es lo mismo de siempre y que, últimamente demasiado a menudo, condiciona la gobernabilidad de todo el estado.



Los dos han sido ministros y ahora Chaves es vicepresidente y, en teoría, su trabajo es solucionar los problemas que plantee Montilla. ¿Lealtad correligionaria? ¿Intereses particulares? Más bien parece que los intereses prevalecen. Durante los muchos años de Chaves ha sido presidente de la Junta de Andalucía ha servido como contrapeso de las pretensiones catalanas. Incluso se reformó el estatuto de autonomía andaluz para demostrar que los catalanes no tenían mayores privilegios que los demás y cosecharon la misma pírrica cifra de participantes en el referéndum; o menor, que en Cataluña.

José Montilla tenía tercamente asumido que iba a hacer todo lo posible por ser presidente de la Generalidad de Cataluña. Y lo logró hace tres años, aunque fuera pactando con los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña. Muchos problemas le ha ocasionado Carod Rovira hasta que sus propios compañeros, encabezados por Joan Puigcercós, lo han desplazado en el partido y lo han eliminado de la listas para la elecciones catalanas del próximo año. Eso sí, sufrirán el enorme daño y desgaste de los despilfarros de Carod en sus aventureras embajadas en el extranjero. Montilla no hizo el menor caso a las indicaciones del mismísimo secretario general del PSOE y presidente del gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Qué indicaciones? Pues que había que dejar gobernar al partido más votado que fue, de nuevo, Convergencia y Unió. ¿Por qué? Porque había llegado a un pacto, el famoso domingo de enero en Moncloa, con Artur Mas, líder de Ciu, para desbloquear la reforma del estatuto catalán.

La palabra de Rodríguez Zapatero quedó, una vez más, en papel mojado porque Montilla esgrimió dos razones: una, que Pascual Maragall ya lo había hecho antes que él: gobernar con Esquerra aunque Ciu ganara las elecciones; y dos y fundamental, porque Zapatero había llegado a la presidencia del gobierno con el apoyo de…… Esquerra Republicana de Cataluña. Un apoyo que ha mantenido en su segunda legislatura y que cuesta un pico a los españoles cada vez que tiene que aprobar con sus votos los presupuestos y otras leyes. La última factura se ha elevado a 20 millones de euros por evitar la derrota de los presupuestos en el Senado.

Montilla le explicó a Zapatero que no iba a dejar de cumplir su sueño, un cordobés presidente de Cataluña, por sus compromisos con CiU y si intentaba presionar como en Navarra, donde hubo abandonos y problemas diversos por imponer que gobernara UPN al ser el más votado, le retiraría el apoyo del grupo socialista catalán y dejaría de estar en la Moncloa. ¡Cómo puede ser la política de vez en cuando! Hay muchos intereses en juego y no todos del partido, ni muchos menos de los ciudadanos; más bien ambiciones personales que suelen arrollar todo lo que se coloca en su camino.

Manuel Chaves dejó Andalucía por una vicepresidencia en el gobierno de Zapatero y se trajo a todo su equipo. ¿Sólo para eso o en el paquete había alguna previsión más ambiciosa a largo plazo? Es una pregunta que circula en los ámbitos políticos y que nadie se atreve a contestar con argumentos sólidos porque corresponde únicamente a la voluntad política de Zapatero confirmar o desmentir las posibilidades de Chaves si él decide no repetir como candidato en las próximas elecciones generales. ¡¡¡Terremoto en el PSOE!!! Ya se verá porque la crisis económica y las baldías medidas adoptadas por el presidente, y vicepresidente, y ministro de Economía, Rodriguez Zapatero no surten los efectos perseguidos y ni siquiera sirven para alimentar algo de confianza entre los consumidores que otean el horizonte y ven peligrar su puesto de trabajo. Las encuestas empiezan a trazar tendencias poco positivas para el gobierno. Tampoco las perspectivas son espectaculares con lo que está cayendo para el principal líder de la oposición que se conforma, de momento, con cinco puntos de diferencia que serían más que suficientes si consiguiera mantenerlos a la hora de la verdad. En Cataluña, los sondeos para las elecciones del año que viene no son nada buenas para José Montilla. Tendrá que esforzarse, y mucho, para repetir el tripartito frente a un Artur Mas que gana pero no por la diferencia suficiente para recuperar la presidencia para Ciu. ¿Cómo afectará la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del estatuto catalán? ¿Habrá sentencia algún día? Se supone. Ya veremos qué dice pero lo que se presenta como un problema institucional grave no preocupa demasiado a los ciudadanos, que ya demostraron con su ausencia notable en el referéndum que esa reforma no era su principal inquietud, ni siquiera, secundaria cuando la crisis golpea con furia en todos los estamentos sociales. No hay que recordar la abstención del referéndum para calibrar con más realismo las preocupaciones de los catalanes. Simplemente hay que ver la escasa respuesta de participación a la pantomima de consultas independentistas promovidas por Esquerra, con Ciu de invitado de piedra y la triste abstención de los socialistas. Sólo es un juego perverso de unos pocos para su propio interés sin importarles el beneficio de todos.

En demasiadas ocasiones parece que lo único que les preocupa a nuestros políticos es el voto más inmediato. Y lo que es más patético, lo único imprescindible en sus agendas son las encuestas del día a día. Con ese lastre a las espaldas no nos debe sorprender su actuación política superficial y marketiniana. Sí frutra y decepciona a millones de ciudadanos que confían la gobernabilidad de sus problemas a unas instituciones, a unos políticos que prometen mucho y cumplen poco. Es el juego dentro de los partidos políticos donde se reparten los papeles y se manejan los codos sin escrúpulos para alcanzar el sillón del poder. Usted, lector, puede pensar, está en todo su derecho, que ¡vaya una visión pesimista y crítica! Pues sí, sobre todo después de presenciar indignado el desarrollo de la última Conferencia de Presidentes Autonómicos, celebrada en el Senado, saldada con un estrepitoso fracaso por la falta de entendimiento de unos y otros. Lo peor es que, a estas alturas, nadie esperaba nada de esa reunión. Todos deberíamos pensarlo: los ciudadanos están muy alejados de los políticos… ¿y de los medios de comunicación?


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