OLGA HERAS

Los dos reyes Midas

Jueves 02 de octubre de 2014
Son los reyes Midas del cine español, convirtiendo en éxito y premios todo lo que filman, si bien el considerado maestro del celuloide patrio, Pedro Almodóvar, continúa cediendo terreno ante un Alejandro Amenabar, cuyas dos últimas películas han fulminado a otras tantas del manchego tanto en taquilla como en las críticas.

Un duelo al sol, aunque no reconocido, entre los dos directores españoles con más proyección internacional (les sigue de cerca Isabel Coixet), en el que los films de Amenabar, Mar Adentro y Agora, han logrado colocar en un segundo plano a La mala educación 2004)y Los abrazos rotos (2009) de un Almodóvar que en más de una ocasión se ha quejado amargamente de no estar suficientemente valorado en su país.

Una falta de reconocimiento, calificada incluso por el cineasta de animadversión y envidia, que le llevaría a dar un sonoro portazo a la Academia del Cine tras el fiasco de “La mala educación” en los Goya de aquel año, y que más recientemente le ha llevado a hacer unas ácidas y blogueras acusaciones contra dos reconocidos críticos de cine, que atacaron sin piedad su último film.

No falta quienes piensan que el laureado Almodóvar se desliza por la pendiente de convertirse en un director de culto, un Woody Allen español, que abocado a cargar con la losa de ser un genio sin reconocimiento de la taquilla, mientras que su oponente tras la cámara (también como guionista), Alejandro Amenabar, más proclive a cambiar de género que el manchego, batalla por mirarse de tu a tu con el cine comercial, aunque de calidad, de Hollywood.

Para muestra valga el botón de los presupuestos de los dos filmes: 15 millones de euros para “Los abrazos rotos” y 50 millones para “Agora”, que se ha convertido en la película más cara del cine español.

Una astronómica cifra para las cantidades que se manejan en la cinematografía nacional, financiada en su ,mayor parte, el 88%, por Telecinco Cinema, verbigracia a ese impuestos “revolucionario” del 5% , del total de sus ingresos brutos anuales, que todas las cadenas privadas están obligadas a invertir por ley en el cine europeo.

Subvenciones convertidas en auténtico mana para un cine español siempre en crisis (“Un cine sin subvenciones no es posible”, Bigas Luna, dixit), ahora comprometidas tras la decisión de la Comisión Europea de no tramitar de forma urgente la nueva orden del Ministerio de Cultura español que regula las mismas.

La decisión de Bruselas, que está llevando al sector a un fundado chirriar de dientes - veinte producciones habrían quedado paralizadas-, tiene como telón de fondo las alegaciones presentadas por el colectivo de Cineastas contra la Orden, que consideran que la nueva normativa de la ministra Angeles González Sinde beneficiará sólo a los filmes de alto presupuesto. Una ley que este colectivo también impugnará ante la sala de lo contencioso administrativo de la Audiencia Nacional.

La polémica ha situado en la cuerda floja a González Sinde, vinculada profesionalmente al sector, al levantar en armas a una parte del sector cinematográfico contra el Ejecutivo de Zapatero, al que actores y personajes de la cultura prestaron una ayuda impagable en su campaña para la reelección como presidente en las elecciones generales de 2008.

Lo cierto es que las subvenciones a este colectivo están siempre en el ojo del huracán, no faltando las voces que acusan de pedigüeños a actores y directores, dado que el continúo goteo de ayudas no logra romper, sin embargo, el maleficio que el cine español tiene con la taquilla.

Los datos hablan por si solos. De las 99 películas subvencionadas en el 2008, cuyo coste a grueso modo se cifró en doscientos sesenta millones de euros, lo conseguido por todas ellas en taquilla apenas superó los cien millones de euros. Es más, del total de 173 películas que se rodaron en España en este periodo, más de 70 se quedaron, incluso, sin estrenar.

Llama, por tanto, poderosamente la atención que el Estudio de Percepción del Cine Español sobre el Panorama audiovisual 2008-2009 arroje porcentajes con que el 71% de los españoles no sólo da su aprobación a las subvenciones al cine, si no que en un 61% de los casos valora muy positivamente los trabajos cinematográficos que se realizan.

El revés para la industria cinematográfica en este informe, realizado por la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores, viene cuando el 67% de los encuestados reconoce que no ve cine español o casi nunca y los pocos que lo ven lo hacen en la intimidad de sus casas. Es más para el 23% de los encuestados el cine patrio es aburrido.

Un maleficio que sólo algunos parecen haber sabido conjurar con éxito entre ellos Almodóvar o Amenabar , que a pesar de tener dos aritméticas cinematográficas bien distintas siguen arrastrando al público a las salas de cine, un empeño harto difícil no ya por la apabullante maquinaria de hollywood, sino también por esa competencia invisible llamada internet.


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