OLGA HERAS

Rubalcaba, Gómez y su lugarteniente Cascallana

Jueves 02 de octubre de 2014
Tomas Gómez tiene prisa por definir su futuro político. Urgencia por ser la alternativa real a Alfredo Pérez Rubalcaba en la secretaria general del PSOE y hacerse con el timón del partido, incluso dejando en la estacada a su actual aliada Carme Chacón.

El ex alcalde de Parla no disimula sus ambiciones, hasta el punto de ser el único dirigente socialista que mantiene un desafiante y permanente cuerpo a cuerpo con el actual líder del Partido Socialista, incapaz hasta ahora, como ya le ocurriera a Zapatero, de poner límites al tramontano Gómez.

La imposibilidad estatutaria de optar nuevamente a la reelección como secretario general del PSM (el límite son tres mandatos) estaría detrás, según los detractores de Gómez, de su urgencia por dar el salto a la política nacional, en el mejor de los casos como líder indiscutible del PSOE y en el peor como lugarteniente- una especie de José Blanco- de quien se haga con las riendas del partido.

El único talón de Aquiles del jefe de filas del PSM es hacer creíble primero para su partido y para el votante después su discurso de izquierdismo radical, que ha ido dibujando en los últimos meses cargando contra el capitalismo, el desmantelamiento de los servicios públicos o apostando por un gran banco público y, por su puesto, defendiendo que el PSOE se aleje lo más posible de un hipotético pacto de Estado con el PP. (Su escoramiento hacia las tesis más izquierdistas es tal que en su partido no faltan comentarios sobre su estrategia de dejar a IU poco menos que como una formación de derechas).

Gómez en cualquier caso parece haber puesto ya la directa hacia la secretaria general del PSOE, convencido de tener tanta o más baraka que la que durante mucho tiempo acompañó al ex presidente del Gobierno, a quien el David parleño logró, siendo jaleado por ello incluso por la prensa internacional, doblar el pulso en más de una ocasión al Goliat monclovita.

No es de extrañar, por tanto, que el líder del PSM se haya embarcado sobrado de fuerzas y ambición en un mano a mano con Rubalcaba por el liderazgo del partido, máxime teniendo en cuenta los problemas que está encontrando el ex ministro de Interior para hacerse con las riendas de un PSOE fragmentado y en sus horas más bajas políticamente hablando.

“Un boxeador desorientado” que diría Gómez, para a renglón seguido reclamar de manera urgente unas primarias para elegir al futuro candidato a los comicios generales de 2015, que de ser Rubalcaba, y siempre según las tesis del líder del PSM, debería abandonar la secretaria general del partido.

El jefe de los socialistas madrileños tendría así el camino libre para materializar sus aspiraciones, aunque bien es verdad que en el camino hacia este olimpo Gómez puede verse obligado a sortear el fuego amigo de sus a día de hoy aliados.

Pero el líder del PSM no pretende dar el salto sin asegurar bien el terreno a nivel regional, de ahí que en el socialismo madrileño se trabaje ya en la sucesión. Además de la “fiel” Maru Menéndez, la sindicalista continúa siendo la mano derecha de Gómez, un ex alcalde, el de Alcorcón, Enrique Cascallana ha ido ganando un gran protagonismo en los últimos meses en el núcleo duro del socialismo madrileño, perfilándose como una alternativa más que viable para coger el testigo del ex regidor parleño en la secretaria general

El sanedrín que rodea a Tomás Gómez ha sufrido un importante cambio desde que fuera reelegido como líder del PSM, lo que ha derivado en nuevos protagonismos y en diferentes modelos de acción política.

El secretario general de los socialistas madrileños ha relegado literalmente de su entorno más próximo a un histórico del partido, puntal en su ascenso al liderazgo del PSM, como es Juan Barranco, desaparecido del núcleo duro, según se rumorea, por falta de sintonía en los últimos tiempos con las decisiones de su jefe de filas.

El ostracismo de Barranco ha ido acompañado del encumbramiento de otros dirigentes que al igual que el líder madrileño tienen sus anclajes en el ámbito local, como es el caso de los ex alcaldes de Alcorcón y Fuenlabrada, Enrique Cascallana y José Quintana, respectivamente.

Sin desmerecer al mediático Antonio Carmona y a Menéndez, ambos ejercen el papel de azote de la presidenta madrileña, el primero en el Senado y el segundo en la Asamblea de Madrid. Puede decirse que Quintana se ocupa del día a día de la política regional, mientras que Cascallana manda misiles a la línea de flotación del Gobierno autonómico, intentando poner contra las cuerdas al número dos de la lideresa, Ignacio González.

Tanto uno como otro cerraron filas entorno a Gómez desde el minuto uno en que el ex regidor de Parla decidió dar el salto a la política regional. Sin embargo, su influencia sobre Gómez ha tenido altos y bajos desde que el parleño alcanzará la secretaría general en mayo del 2007.

Mientras Quintana centra su trabajo en ejercer de portavoz adjunto del PSOE en la Asamblea de Madrid, Cascallana se ha convertido, junto a Maru Menéndez, en la sombra de Gómez, lo que ha desatado no pocas conjeturas sobre las ambiciones políticas del ex alcalde alcorconero respecto a una todavía hipotética sucesión del secretario general del PSM.

Para tomar el relevo, Cascallana tendría que despejar el camino de escollos, o lo que es lo mismo liberarse del dogal que el PP intenta ponerle al cuello a cuenta de su gestión como alcalde de Alcorcón. Las continuas andanadas de los populares sobre la cuantiosa deuda acumulada por este Ayuntamiento durante su mandato y el intento de judicializar su actuación parecen haber llevado a Cascallana a contraatacar intentando poner en el punto de mira mediático y judicial al mismísimo número dos del PP y del Gobierno regional, Ignacio González, a cuenta del dúplex que el vicepresidente de la Comunidad de Madrid disfrutaba en Marbella y que ha estado sujeto a una investigación policial. La finalidad de ello, neutralizar, cuando no parar, los ataques de los hombres de Aguirre con el fin de liberar de presiones y amenazas su futuro político.

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