7/11/2011.- Josep María Mestres dirige el montaje basado en la obra del chileno Ariel Dorfman que revela un lento proceso de desenmascaramiento, de rasgar uno a uno los velos que nos separan de la verdad.
Jueves 02 de octubre de 2014
Viggo Mortensen se cuestiona la capacidad de perdón del ser humano y el peso de la culpa en el texto del Purgatorio, escrito por Ariel Dorfman, y que se representa hasta el 18 de diciembre en las naves del Matadero del Teatro Español. "A ETA o se le perdona, o no se le perdona, pero el perdón con condiciones no es perdón", subraya el autor.
"Se puede perdonar todo: a los nazis, a Videla, a Franco, a tus padres o a ETA". "Nunca va a ser un error perdonar al diablo mismo", alega Viggo Mortensen, para explicar la necesidad del ser humano de perdonar y de perdonarse a sí mismo, que en el texto de Ariel Dorfman se representa en las carnes de un Hombre (Mortensen) y de una Mujer (Carme Elías) que se miran a las caras tras haberse destrozado mutuamente.
"Hay gente que dice que hay cosas que no se pueden perdonar": Yo creo que esta obra dice que todo se puede y se debe perdonar"; alega el actor, quien regresa a los escenarios de un teatro después de 24 años de ausencia.
Pero los protagonistas de Purgatorio residen en el más allá, donde las almas deben hacer penitencia para poder descansar o retornar a otra encarnación humana. Allí, ella deberá purgar su pasado y escuchar al hombre que es su supuesto terapeuta, y que también esconde secretos y sus verdaderas intenciones.
Mortensen, conocido por interpretar a Aragon en El señor de los anillos o a Alatriste en la versión cinematográfica de la obra de Arturo Pérez-Reverte aboga por no "avergonzarse" de perdonar, independientemente del "castigo" que se le dicte a los culpables.
ENFRENTAR VÍCTIMA Y VERDUGO
"Es difícil el perdón y la compasión verdadera", alega Ariel Dorfman, quien ha buscado con este montaje enfrentar a víctima y verdugo "en el más allá" o en los albores de la conciencia para entender "cómo superamos ese ciclo de odio y de rivalidad".
"Esta obra revela un lento proceso de desenmascaramiento, de rasgar uno a uno los velos que nos separan de la verdad", señala este autor chileno, quien tuvo que vivir en sus piel el odio y la necesidad de perdonar tras huir de su propio país.
Tanto los actores como el director de escena, Josep María Mestres, coinciden en la dificultad del texto escrito por Dorfman, al que salva la "naturalidad" y la "emoción" que imprimen los actores, quienes van desvelando sus miserias y "quitando las corazas" sobre las tablas del Teatro Español, explica Mestres.
"Ésta es una historia de redención, de perdón, de romper las barreras. Uno de los principales atractivos que tiene el texto es el equilibrio entre intelecto y emoción, aquí es donde juega sus bazas más potentes", subraya Mestres.
"No hay escapatoria, ni del purgatorio ni del escenario", señala Mortensen, para quien representar el texto de Dorfman ha sido como transitar en un "pequeño infierno florido" en referencia a las palabras de Julio Cortázar.
En esta misma línea, Mortensen, quien no sabe si firmará más proyectos para volverse a subir a las tablas de un teatro, subrayó la complejidad de un texto que está lleno de "trampas" para el actor y de confusiones, "como ocurre en la vida misma", concluyó.
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