OPINION

La insoportable necesidad de sacar pecho

Jueves 02 de octubre de 2014

18/06/2010.- La agenda internacional tiene este mes de junio tres citas que debieran ser de gran trascendencia: el próximo jueves se reunirá el Consejo Europeo, los días 26 y 27 de este mes se celebra en Toronto el G20 y el 13 de julio (ya con la Presidencia española vencida) tendrá lugar el cónclave del Ecofin.



Estos encuentros levantan notables expectativas. Los más optimistas llegan incluso a considerar que el encuentro de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión del día 17 debería ser el momento en que Europa se dote de un verdadero gobierno económico para presentarse con ese bagaje en Toronto. Casi nada.

Si no hubiéramos visto ya todo lo que hemos visto, sería natural apuntarse a tan entusiasta perspectiva.

Pero no.

Lo que seguramente tendremos hasta finales de mes será a la Comisión perdiendo el culo para elaborar un paquete de medidas en orden a una hipotética reforma financiera que todo el mundo pide en el Continente y sobre la que Merkel (con súbita premura) y Sarkozy (para no perder el paso de la oca) están apretando estos días a Durado Barroso con inusitada saña.

Y todo para tratar de presentarse en el G20 con una única voz, como quien a pesar de los furibundos ataques que recibe, no solo no está dispuesto a tirar la toalla, sino que va a defender hasta el último aliento lo que es y quiere seguir siendo.

A Europa y los europeos no nos queda otra, pero a pesar de los buenos deseos, no parece razonable esperar del G20 otra cosa que frialdad o una negativa, más o menos envuelta en eufemismos, a remangarse para dar una dura respuesta global a las causas globales de nuestras desdichas; al fin y al cabo a algunos de los socios del G20, tampoco les viene tan mal la debilidad europea.





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