17/6/2010.- La muestra incluye más de 400 imágenes y refleja la diversidad del Surrealismo con nombres como Man Ray, Maurice Tabard o Boiffard.
Jueves 02 de octubre de 2014
Alterar las coordenadas de la realidad, cambiar la vida y por consiguiente cambiar la mirada. Esta era el propósito del movimiento surrealista, cuyos hitos y máximos representante en el campo de la fotografía y el cine ha reunido la Fundación Mapfre dentro de la exposición 'La subversión de las imágenes -Surrealismo, fotografía y cine. Esta muestra, que incluye más de 400 obras, refleja la complejidad y diversidad geográfica de un movimiento, protagonizado por nombres como Man Ray, Jacques André Boiffard, Robert Raoul Ubac, Maurice Tabard o Luis Buñuel.
Realizada en colaboración con el Centre Pompidou y el Fotomuseum Winterthurre, esta exposición podrá verse en la sala Recoletos de la Fundación Mapfre hasta el 12 de septiembre.
Para el director de general de la Fundación Mapfre, Pablo Jiménez Burillo, esta exposición es uno los proyectos "más brillantes" de la Fundación y recupera el "verdadero espíritu" del surrealismo.
El recorrido de la exposición se articula en nueve secciones en las que se entremezcla la obra fotográfica con diferentes cortometrajes y otro tipo de documentos, para poder reflejar de manera simultánea cómo determinados motivos u obsesiones se repetían en todos los ámbitos de actuación en que trabajaban.
Los comisarios Quentin Bajac, Clément Cheroux, Guillaume Le Gall, Michel Poivert y Philippe-Alain Michaud han realizado un estudio y una revisión del movimiento en profundidad, incluyendo no sólo las grandes figuras sino también los nuevos nombres.
Según explicó Quentin Bajac, la muestra se centra en los primeros años y los más fructíferos del movimiento surrealista, que se puede enmarcar entre 1924 y el final de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, Bajac subrayó la internacionalización de este movimiento que nació en París, pero que pronto se extendió a otros países.
El recorrido de la muestra comienza con 'La Acción colectiva', donde se presenta la imagen del grupo como tal, y se pone de manifiesto la necesidad que tenían de hacer primar lo colectivo sobre lo individual. La evolución natural fue crear revistas y tribunas que sirvieran de trampolín para dar a conocer esa imagen y esas obras.
La sección dedicada al 'Teatro de la sinrazón' muestra como la teatralidad, la dramaturgia aplicada a la fotografía, es un pilar de la estética del surrealismo. Esta "escenificación" a la que someten los surrealistas al objeto o sujeto a retratar coloca al espectador en una situación nueva: la de voyeur que observa la representación de un mundo paralelo.
A continuación en 'Lo real, lo fortuito, lo maravilloso', sección donde la figura de Eugene Atget tiene especial relevancia, se sigue el principio de los fláneurs donde la ciudad era un territorio sagrado. Así los surrealistas toman la calle en busca de lo maravilloso escondido o secreto. Escaparates, maniquíes o calles desiertas de noche se convierten en objeto a retratar.
La idea de fragmentación de la realidad y del múltiple punto de vista que compartían todos los integrantes del grupo da lugar a la sección 'La tabla de montaje', donde se recogen ejemplos de cómo buscan dar lugar a encuentros inesperados.
Mientras que la sección 'El modelo interior' en retratos de hombres y mujeres con los ojos cerrados que evocan la máxima actitud surrealista: ver con los ojos cerrados.
Pero la mirada surrealista siempre acecha la realidad. Esa situación de tensión y alerta se expone en 'La pulsión escópica', sección dedicada a cómo existe una necesidad irrefrenable de mirar el objeto de deseo. En la fotografía y el cine, las máquinas sustituyen al ojo y permite añadir intensidad a estos hallazgos por medio del encuadre, acción que permite recortar a placer lo que se observa.
En la sección 'La Escritura automática' lo espontáneo y la actividad inconsciente relacionan directamente la idea de automatismo con la idea de hacer fotografías. Se lleva al extremo la idea de la acción del azar con los fotogramas creados por la huella directa de la luz, sin proceso químico de revelado.
Pero aunque el azar tenía un placer preponderante éste no actuaba sólo. En 'Anatomía de la imagen' se muestra como, en aras de lograr "la belleza convulsiva", Man Ray, Raoul Ubac o Maurice Tabard entre otros, crean un nuevo lenguaje formal que altera y desfigura el convencional: someten el proceso de revelado o creación de las fotografías a técnicas como el brûlage, la solarización, la deformación o la inversión de los valores tonales.
Cierra la exposición la sección 'Del buen uso del surrealismo', donde se muestra cómo esa revolución de forma y fondo que sufre la fotografía en manos del surrealismo rápidamente pasan al ámbito de la moda y la publicidad, de la mano de los propios artistas que trabajan en estos medios.
Noticias relacionadas