Por de pronto y de un plumazo todo lo dicho hasta ahora por Rodríguez zapatero y varios de sus ministros, no sirve. Las últimas semanas han sido claves para el cambio de rumbo: desde el plan de rescate de Grecia a las elecciones parciales en Alemania pasando por el viaje del vicepresidente de Estados Unidos a Madrid.
Sólo así se entiende que en menos de una semana todas las reticencias y dudas que existían en La Moncloa para enfrentarse a la tremenda realidad de la deuda, el paro, la caída del consumo, las dificultades de financiación para empresas y familias hayan desaparecido y el propio presidente haya puesto sobre la mesa un conjunto de diez medidas que significan el mayor recorte de gastos sociales que ha tenido este país desde la llegada de la democracia.
Pintan bastos en este reparto de cartas que se ha hecho tras la última reunión del Ecofín y tras la sorprendente “nota” de la Casa Blanca divulgando el contenido de la “llamada telefónica” del presidente Obama al presidente Zapatero y sus exigencias – recomendaciones de no demorar más las medidas de ajuste. Si el déficit público llega este año a casi los 700.000 millones, si los parados ya están en el 20 por ciento de la población activa, si se quiere dejar en cuatro años ese déficit en el 3 por ciento, los caminos son muy pocos, sin que ni siquiera así se pueda garantizar el éxito de las acciones a emprender. Y esto por varias razones de peso.
La primera de ellas está en el propio recorte salarial a los funcionarios, en la congelación de las pensiones y en la reducción o cancelación de ayudas y subvenciones. Así el estado se gastará menos, es verdad, pero también llevará a que se incremente el paro ante la menor demanda interior y a que el consumo, uno de los motores junto al sector inmobiliario de los años de bonanza, se reduzca aún más, en un círculo vicioso de difícil salida: se gasta menos, se consume menos, se produce menos, se cierran más empresas, se incrementa el paro, se recauda menos… se tensa más el clima social. Del rey de Oros que creíamos tener en nuestras manos en la partida de la economía global hemos llegado a que nos den con el rey de Bastos allí donde más nos duele. Todo ese cambio en los últimos tres años.
Podemos decir que “nos quiten lo bailao” en nuestra propia y peculiar década prodigiosa, la que va de 1996 a 2006, pero es la hora de la humildad y de empezar a caminar como una nación y no como 17 vecinos mal avenidos. La hora de que caprichos sin sentido como el de los traductores en el Senado para que se entiendan sus señorías pasen al archivo de los disparates; de que desaparezcan tantas fundaciones, organizaciones y demás entidades públicas, semipúblicas y privadas que viven de las subvenciones, ya se llamen partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales u ONG´S, de las que no cabe discutir sus méritos y su entrega, pero a las que no se les puede entregar un dinero y unos recursos que no se tienen.
La austeridad cuando es impuesta siempre se recibe peor y se ejecuta aún peor, pero esto es lo que hay, que diría un castizo de nuestro tiempo. Ya sabemos que los plazos se han agotado y que hasta el histórico “Pacto de Toledo” en el que se basan las pensiones y la Seguridad Social está en el alero. No digamos las prisas que les ha entrado a todos por acabar con una parte importante de las Cajas de Ahorro y lo aprobado por el Gobierno de Castilla la Mancha, a instancias del Banco de España, es uno de los ejemplos y el peor de todos los posibles. Buena noticia para los bancos que al final del proceso habrán conseguido lo que llevaban buscando desde siempre.
Y en esa línea de austeridad habrá que entrar de lleno en la propia configuración de nuestro estado autonómico: tal vez la estructura tan grande, costosa y siempre creciente que se montó con el “café para todos” no la podamos soportar con los recursos que tiene España. Tal vez haya que echar freno y marcha atrás. Es más estoy convencido de que más pronto que tarde habrá que echar freno y marcha atrás por el bien de los ciudadanos de las distintas autonomías, por más que les pese a los políticos que las han y están estructurando. Los gobiernos y las distintas Administraciones están para servir al ciudadano, no para no cesar de imponer deberes e impuestos a la sociedad en la que se mueven.
Apoyos al artículo
El decálogo maldito de ZP
1.- Bajada y congelación del sueldo de los funcionarios
2.- Congelación de las pensiones
3.- No a las jubilaciones parciales
4.- Supresión del cheque bebé
5.- Reducción del gasto farmacéutico
6.- Ley de dependencia sin retroactividad
7.- Menos ayuda al desarrollo
8.- Menos inversión pública
9.- Menos dinero para las autonomías
10.- Posible aumento de impuestos a las rentas más altas
El decálogo máximo de Rajoy
1.- Supresión de la vicepresidencia tercera
2.- Supresión de los Ministerios de Igualdad y Vivienda
3.- Integración de los Ministerios de Educación y Cultura
4.- Integración de los Ministerios de Trabajo y Sanidad
5.- Eliminación de todas las subvenciones que no estén justificadas
6.- Recorte de las subvenciones a partidos, empresarios y sindicatos
7.- Reestructuración del gasto entre Administraciones
8.- Revisión del programa de la Administración General del Estado
9.- Reforma estructural del Mercado de Trabajo
10.- Reforma estructural del sistema financiero
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