Pero el acuerdo - sobre el que en privado casi todos reniegan- no es más que una ‘triquiñuela’ parlamentaria con la que tanto senadores como diputados tratan de lavar su mala imagen después de ver el chaparrón de críticas que les ha caído al conocerse las privilegiadas pensiones y otras prebendas de las que gozan, pese a haberse exagerado mucho en torno a ellas. Y es una ‘triquiñuela’ porque en realidad el pacto alcanzado, de tipo exclusivamente político, no modifica en absoluto la vida laboral del parlamentario dado que ni se ha reformado la Constitución ni tampoco el Reglamento de las Cámaras, que sería la única manera de ‘institucionalizarlo’. Porque antes de ese acuerdo también podían, si lo deseaban, trabajar en enero y julio. El procedimiento es bien sencillo. Se reúne la Diputación Permanente – el órgano que sustituye a los plenos en periodos vacaciones- y se convocan cuantos plenos extraordinarios y comparecencias ministeriales de carácter extraordinario se estimen necesarias. Ahora lo único que cambia es que en enero –posiblemente la última semana del mes- habrá un pleno, y otros dos en julio, para que no se les critique tanto. Una “chapuza” como ha dicho en su blog el ex ministro Jordi Sevilla, que conoce bien el ‘negociado’.
Porque, puestos a querer optimizar su trabajo bien podrían también habilitar las primeras semanas de cada mes para celebrar más plenos, que no los hay con la excusa de que sus señorías pueden dedicar esos días a trabajar en sus circunscripciones. Tampoco se celebran ni los lunes ni los viernes, días que, por lo general, no hay ninguna actividad en las Cámaras De momento, y tras estas vacaciones de Pascua, hasta el próximo martes, 13 de abril, sus señorías no tendrán que acudir a un pleno del Congreso.
En total, a lo largo de este año se habrán celebrado 42 plenos. Tras el acuerdo alcanzado serán 44, con sus sesiones de control al Gobierno de los miércoles incluidas. El año que viene serán 45. En el Senado las sesiones plenarias anuales suman como mucho la treintena. ¿Son muchas, acaso?. A ello, bien es verdad, hay que sumarle las convocatorias de las Comisiones parlamentarias, que hay todas las semanas, pero a las que asisten únicamente sus miembros, que no suelen pasar de dos docenas.
Puestos a analizar las cosas, lo cierto es que los que más curran son los miembros del Grupo Mixto y de los grupos minoritarios. Por ejemplo, Gaspar Llamazares y Joan Herrera, únicos diputados de IU-IV, o los tres diputados de ERC, deben ‘multiplicarse’ para poder asistir a las numerosas Comisiones a las que pertenecen. Los del mixto – que son siete en total, cada uno 'de su padre y de su madre’- , se turnan, con lo que el trabajo es más llevadero. Aún así, no es raro verles corriendo de piso en piso para poder llegar a tiempo a votar enmiendas o la tramitación de un dictamen de una ley si ese día hay asuntos importantes a debate.
Pero lo que a sus señorías les da mucha rabia es que se diga que no trabajan o, mejor dicho, que trabajan poco. Porque cuando no están sentaditos en sus escaños es que están en sus despachos preparando intervenciones o atendiendo asuntos de su 'negociado'. Por eso lo más les duele son los ‘barridos’ que hacen las cámaras de un hemiciclo semivacío, imágenes que luego sale en los informativos alimentando su "mala fama", dicen indignados.
Claro, que el que quiere trabajar, trabaja y el que quiere escaquearse, pues se escaquea. Como en cualquier oficio, con la diferencia de que sus sueldos salen de nuestros bolsillo y eso, fastidia bastante.
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