El presunto agresor entró en prisión, Neira fue dado de alta, todos le colocaron en un pedestal y la presidenta regional, Esperanza Aguirre, le dio un premio. Le colocó en la Presidencia del Consejo Asesor del Observatorio Regional contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid.
Neira siguió a lo suyo, creyéndose el salvador de no sé qué y dando entrevistas como si fuese una estrella de la lucha contra la injusticia, hasta que puso pegas a una cita judicial y, al verse regañado, se revolvió y arremetió contra todo y contra todos.
El PSM de Tomás Gómez exigió a Esperanza Aguirre su cese en el cargo que le cayó encima por ser un héroe. Neira defendió su derecho a llevar armas y a interpretar la Constitución a su santa manera. Hay que estar muy nervioso para creer que una licencia para llevar fusco o pistola es la solución a la inseguridad ciudadana.
También para creer que todos los que interpretan su interpretación de la Carta Magna de manera distinta a la suya son unos ignorante, golfos o no sé que gilipolleces más. El PP ha salido a apoyar a este héroe, la mandataria madrileña defiende el derecho de Neira a expresarse libremente y la oposición socialista se ha limitado a poner en su sitio a un profesor universitario que hizo algo a lo que no todos los hombres y mujeres se atreven, enfrentarse a los machistas violentos, pero ese hecho no es un pasaporte a la beatificación de un ser humano que se cree con derecho a crearse enemigos entre los que alabaron su defensa de los derechos de las mujeres.
En la Asamblea de Madrid se hablará mucho de este asunto de Neira, del que hay que decir que, como responsable de una entidad contra la violencia de género, ha dado un pésimo ejemplo con su intolerancia injustificada con casi todos.
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