El “fantasma” del 15-M ha durado 13 años, lo que no está mal para un movimiento improvisado y en muchos casos deslavazado que alcanzó su punto más álgido con la creación de Podemos y su entrada en la política en las elecciones europeas de 2014 y en las generales del 20 de diciembre de 2015 cuando, junto a Ciudadanos, lograron romper el sistema bipartidista del PSOE y del PP.
En Mayo de 2018, Pablo Iglesias y Albert Rivera (Cs), con la colaboración del PNV, lograron echar a Mariano Rajoy (PP) de La Moncloa, para dársela a Pedro Sánchez (PSOE), sin darse cuenta de que con ello estaban certificando su propia muerte política.
El primero en caer fue Ciudadanos, mientras que Podemos encontró un palo al que agarrarse cuando Sánchez, que había dicho que nunca gobernaría con Iglesias, no tuvo más remedio que aceptar un gobierno de coalición y nombrar vicepresidente al líder de Podemos. Fue una victoria pírrica de la formación morada que rápidamente se vio inmersa en la vorágine del poder en condiciones cada vez más estrechas para moverse.
En marzo de 2012, Iglesias anuncia que deja la vicepresidencia para dejar como sustituta a Yolanda Díaz, otro error de manual que Podemos pagará muy caro, y para plantarle cara a Isabel Díaz Ayuso en una absurda maniobra que acaba en el desastre electoral de mayo de 2022, lo que le obliga al líder morado a dejar la política por la puerta de atrás dejando a Podemos descabezado.
La traición de Yolanda Díaz, auspiciada por Pedro Sánchez, que le da a la vicepresidencia los réditos necesarios para convertirse en la adalid de la izquierda con la subida del salario mínimo y la reformita de la ley de 2022 que pedían los sindicatos, conduce a la formación de Sumar que deja a Podemos en mínimos en las elecciones de julio de 2023.
A partir de 2023 la ruptura de Sumar y Podemos se va incrementando hasta la ruptura del grupo parlamentario y el paso de los 5 diputados de Podemos al Grupo Mixto, que ahora son solo cuatro por la huida de Lilith Verstringe. La salida a la luz del caso Iñigo Errejón es un episodio más que llevará a las dos agrupaciones, salidas del 15 M, al abismo electoral por mucho que Yolanda Díaz tenga el apoyo de Sánchez y por mucho que Irene Montero haya logrado colocarse en el Parlamento Europeo como la adalid de la izquierda española.
Podemos va a jugar, lo mismo que hace Puigdemont otro desplazado, la baza de sus cuatro diputados, para lograr que Pedro Sánchez mueva ficha a favor de alguna de las peticiones que la formación morada ha puesto como condición para su apoyo a los presupuestos, la ruptura con Israel o el control de los alquileres. Es difícil pero la esperanza es lo último que se pierde, mientras Izquierda Unida trata de reflotar su propio barco antes de que se hundan los de Sumar y Podemos.
Fin del sueño del 15-M y vuelta al bipartidismo trufado con independentistas abocados a pactar con Sánchez, mientras Feijóo, como hizo Rajoy, a la espera de la caída socialista para recuperar su mayoría absoluta.