Nacho le gana la partida a Paco

21/06/2011.- La relación de quienes en los últimos ocho años han sido manos, oídos y en ocasiones voz (a la presidenta madrileña le gusta ser ella la que diga las cosas claras) de Esperanza Aguirre es una historia plagada de altibajos, de alguna que otra zancadilla, pero también de confluencia de intereses políticos por parte de ambos protagonistas.

Sí en los inicios del Gobierno de la lideresa, Ignacio González y Francisco Granados medían abiertamente sus fuerzas e influencia hacia su jefa de filas, dando con ello pie a no pocos desencuentros entre ambos, el tira y afloja entre los dos pesos pesados del Ejecutivo madrileño terminó, previa llamada al orden de Aguirre, dando paso a una relación de aparente camaradería y apoyo mutuo nacida al socaire de una necesidad: la de blindarse frente a agresiones internas como la que en ese momento suponía el consejero de Justicia, Alfredo Prada, muy próximo entonces a la mandataria popular.

Nacho y Paco, como se conoce en petit comité a ambos dirigentes populares, han funcionado como un auténtico tándem, tanto dentro como fuera del partido, en la defensa de los intereses de la presidenta de la Comunidad y del PP madrileño.

Una alianza para cortocircuitar las ambiciones de sus compañeros, que no ha sido óbice para que uno y otro hayan intentado jugar su particular partida política de cara a la sucesión de Aguirre. Una pelea que, ganado Ignacio G o n z á l ez , q u e mantiene su papel de hijo predilecto de la lideresa como hombre fuerte de su Gobierno.

El papel de Francisco Granados ha quedado, al menos por ahora, reducido a su condición de segundo de Esperanza Aguirre en el PP de Madrid, algo que no termina de convencer al ya ex consejero de Justicia e Interior.

La defenestración de una de las dos manos de la presidenta madrileña puede decirse que venía fraguándose desde hacía tiempo, tan es así que los rumores sobre su posible marcha en una hipotética remodelación de gobierno han sido incesantes en los últimos años. Una rumorología nacida al socaire del famoso “caso del espionaje” que, junto al Gürtell, tantos dolores de cabeza ha proporcionado a la jefa del Ejecutivo regional a lo largo de esta legislatura.

Un episodio determinante, sin duda, para que en el círculo más próximo a Aguirre se haya generado una importante desconfianza hacia Paco Granados que ha ido in crescendo. Hombre extrovertido y con don de gentes, la exclusión de Paco Granados del Gobierno de la Comunidad de Madrid ha dejado desconcertada a una parte de la militancia, que reconoce su buen quehacer como “apagafuegos” en el partido y como aglutinador de los dirigentes y militantes entorno a la figura de Aguirre. A través de mensajes en la web, sus partidarios dicen no entender su cese y sentirse, asimismo, decepcionados, aunque confían en que la presidenta del PP recompense su trabaja.

Con la marcha de Granados se acaba la bicefalia en la cúpula del poder autonómico, concentrándose en Ignacio González, ya que ni Lucía Figar, tal y como se esperaba, ni Antonio Beteta, parece que vayan a tomar el relevo de Granados. Este por el momento, tendrá que contentarse con la Gran Cruz del Dos de Mayo.




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