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Las luces y las sombras de Quique Sánchez Flores

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
Un entrenador capaz de devolver catorce años después al Atlético a ganar títulos y que ha llevado al club a lograr dos de los cuatro títulos internacionales que posee en su palmarés, parece que debería haber permanecido en el banquillo rojiblanco más tiempo del poco más de año y medio que ha estado, pero ni siquiera ese aval ha podido evitar que la irregularidad intrínseca de este equipo y el desgaste sufrido en la relación con varios jugadores haya terminado por causar el adiós de Quique Sánchez Flores.

Decir que el técnico no ha cometido errores en su etapa colchonera sería tan absurdo como no reconocerle sus méritos. Si cuando el equipo gana se elogia al entrenador, es justo que cuando el equipo no responde al nivel esperado, también se deba pedir explicaciones a la persona que lo dirige. Y este año se esperaba más del Atlético, especialmente en Europa, donde el patinazo fue grande. Le ha faltado encontrar un once base y dotar al equipo de más solidez y regularidad. Pero, a mi, el balance entre el haber y el debe de su etapa en el Calderón, me sale con saldo positivo. No sólo por los títulos y la final de Copa, sino porque él apostó por De Gea y le dio confianza, recuperó a Reyes, ha llevado al primer equipo a Koke...

La gota que parece haber terminado por sacarle del club es el asunto Forlán. Puede que Quique no acertara con sus comentarios sobre el delantero en la rueda de prensa tras el partido de Santander, pero en el fondo, creo que la actuación del técnico no ha estado tan errada. Le ha mantenido en el equipo titular todo el tiempo que ha podido a pesar de que su rendimiento esta temporada ha sido bastante deficiente. De hecho, estoy convencido que si llega a ser otro jugador, Quique no hubiera tenido tanta paciencia con él, pero es lógico que Forlán se mereciera un voto de confianza por lo que ha representado en el club. Pero todo tiene un límite y Quique también debía ser justo con otros jugadores, como Diego Costa, que trabajaba para tener su oportunidad. Si Forlán se molesta por eso, igual que se molesta cuando le silban desde la grada, es su problema.

La realidad es que Quique se va con el cariño y el agradecimiento de la mayoría de los atléticos, como se pudo ver en el Calderón en el encuentro frente al Hércules. Y es que muchos pensaran que ojalá que en el futuro, los técnicos que vengan tengan los mismos defectos de Quique, y todos dejen el mismo palmarés que él.
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